Escuchar podcast del videorresumen
- Los análisis de sangre o pruebas de laboratorio para el estudio de la alergia tratan, por una parte, de confirmar la existencia de una reacción alérgica, cuantificando los mediadores liberados en ésta y evaluando el tipo de anticuerpos; y, por otra, de identificar el alérgeno causante de la reacción, para así poder establecer una relación causa-efecto.
- Estos análisis in vitro se pueden clasificar entre pruebas serológicas o celulares. Entre las pruebas serológicas destaca la determinación de inmunoglobulinas desencadenantes de la reacción alérgica (IgE), que es la técnica más frecuentemente utilizada, aunque también se puede realizar la determinación de otras inmunoglobulinas o la detección de mediadores de la respuesta alérgica. Por otra parte, las pruebas celulares consisten en estimular las células que participan en la reacción alérgica, aisladas de la sangre, con el alérgeno sospechoso de provocar la reacción, para valorar si se produce una respuesta inmunológica que explique la reacción alérgica que presenta el paciente.
- La positividad de los análisis de sangre o pruebas de laboratorio frente a un alérgeno concreto o frente a una de sus proteínas o componentes, indica la presencia de una sensibilización a dicho alérgeno. Es decir, una propensión, no la certeza, a desarrollar una reacción alérgica.
- Por otro lado, es importante tener también en cuenta que la negatividad de los análisis de sangre o pruebas de laboratorio frente a un alérgeno no excluye la existencia de una sensibilización a dicho alérgeno.
- Es necesario complementar los análisis in vivo (pruebas cutáneas) con las pruebas in vitro, y relacionarlas siempre con los síntomas que presente el paciente. El papel del médico especialista en Alergología es fundamental para la indicación e interpretación correcta de todas las pruebas.
¿Qué análisis de sangre o pruebas de laboratorio se realizan habitualmente para estudiar la alergia?
En una reacción alérgica participan distintas células (linfocitos, mastocitos, basófilos, eosinófilos, etc.) y múltiples moléculas, algunas de ellas específicas para el alérgeno que desencadena la reacción (anticuerpos o inmunoglobulinas) (v. capítulo 4) y otras sustancias que son mediadoras de la respuesta alérgica, comunes para los distintos alérgenos (histamina, triptasa, etc.). Las técnicas de laboratorio disponibles para el diagnóstico de alergia tratan, por una parte, de analizar la respuesta causal específica, intentando identificar el alérgeno responsable de los síntomas del paciente; y, por otra, determinar el mecanismo inmunológico de la reacción alérgica para favorecer un adecuado control y tratamiento del paciente.
En función de la fracción de la sangre en la que se realizan estos análisis, las técnicas se pueden clasificar en dos: las técnicas serológicas y las técnicas celulares (tabla 1 y figura 1).
Técnicas serológicas | |
---|---|
Determinación de mediadores de la respuesta alérgica |
|
Determinación de inmunoglobulinas (anticuerpos) que desencadenan la reacción alérgica |
|
Técnicas celulares | |
Evaluación de la respuesta celular a determinados alérgenos |
|
Tabla 1. Análisis de sangre más frecuentemente empleados en el diagnóstico de alergia
Figura 1. Técnicas serológicas y celulares (Créditos, F. 182)
Las técnicas serológicas se realizan en el suero del paciente, es decir, en la fracción sanguínea que queda una vez son retiradas las células y algunas proteínas que intervienen en la coagulación. Esta fracción contiene las inmunoglobulinas o anticuerpos y otras sustancias denominadas mediadores de la reacción alérgica, como la histamina o la triptasa, entre otras.
Las técnicas celulares aplicadas al diagnóstico de la alergia se realizan utilizando como base el estudio de las células que participan en la reacción alérgica o células efectoras, linfocitos y/o basófilos, aisladas de la sangre periférica del paciente y observando su activación tras su estímulo in vitro (en un tubo de ensayo) con el alérgeno sospechoso (v. tabla 1).
Por otra parte, el tiempo entre la exposición al alérgeno causal y la aparición de la reacción determina dos tipos de reacciones: las inmediatas (en cuestión de minutos a 1-2 horas) y las tardías (varias horas, incluso días). Dependiendo de si la reacción alérgica es de tipo inmediato (mediada por IgE), o tardía (mediada por linfocitos), los mecanismos inmunológicos subyacentes y, por tanto, las técnicas de diagnóstico en sangre serán diferentes (figura 2). En la tabla 1 se indican en negrita las técnicas específicas para diagnosticar las reacciones tardías, mientras que las técnicas no señaladas se corresponden con las técnicas diagnósticas de reacciones inmediatas.
Figura 2. Reacciones alérgicas de tipo inmediato y tardío (Créditos, F. 183)
¿Qué moléculas analizan las técnicas serológicas para diagnosticar la alergia?
Las técnicas serológicas identifican, y en algunos casos cuantifican, las moléculas que se encuentran en el suero del paciente. Estas moléculas son, por un lado, los mediadores de la reacción alérgica que las células liberan tras el encuentro con el alérgeno, y por otro las inmunoglobulinas o anticuerpos, que reconocen el alérgeno y son la llave que desencadena la reacción. Los mediadores más frecuentemente analizados en el diagnóstico de la alergia son la triptasa y la histamina. Las técnicas serológicas también permiten identificar las inmunoglobulinas o anticuerpos específicos frente a un alérgeno. De hecho, el análisis que más habitualmente se solicita en el diagnóstico de alergia es la determinación de inmunoglobulinas del tipo E (IgE), que median las reacciones alérgicas de tipo inmediato; es decir, aquellas que ocurren a los minutos de la exposición al alérgeno. Es posible cuantificar tanto los niveles totales de esta inmunoglobulina, es decir, la IgE total, como las específicas frente a un alérgeno concreto, la IgE específica. Esta IgE específica, identifica el alérgeno o molécula a la que el paciente está sensibilizado, que puede ser la responsable de la reacción alérgica.
También se pueden cuantificar los niveles de los anticuerpos IgG específicos frente a un alérgeno, e incluso determinado subtipo de anticuerpo como la IgG4, anticuerpo que se considera bloqueante de la reacción alérgica. Es importante tener en cuenta que la elevación de los anticuerpos IgG no sirve en el diagnóstico de alergia alimentaria. De hecho, los niveles de IgG4 en relación con los de IgE frente a un alimento se han asociado a la tolerancia a alimentos, pero su uso está reducido a la investigación. Tampoco se puede aplicar con fiabilidad la determinación de IgG4 como marcador de mejoría clínica de los pacientes tras una inmunoterapia.
Existe otro tipo de anticuerpos o inmunoglobulinas, denominadas precipitinas por su propiedad de formar precipitados cuando se unen al alérgeno. Estos anticuerpos precipitantes se elevan típicamente en cuadros clínicos como la alveolitis alérgica extrínseca, un tipo de afectación pulmonar por inhalación de alérgenos, que provoca una inflamación de la vía respiratoria periférica (alvéolos) y su tejido adyacente, a diferencia del asma bronquial en la que el daño se produce en los bronquios.
Por último, hay otra determinación serológica utilizada con frecuencia en alergología, útil para una patología que no es precisamente de origen alérgico. Se trata de la cuantificación de algunos componentes de un sistema de proteínas llamado complemento, que se encuentran alterados en una enfermedad rara en la que los pacientes desarrollan angioedema (hinchazón de la piel o las mucosas) (v. capítulo 16).
¿Qué es la triptasa?
La triptasa es una sustancia liberada por los mastocitos, células que cuando se activan son capaces de desencadenar la reacción alérgica. La triptasa puede favorecer la inflamación y el broncoespasmo, se eleva en las reacciones alérgicas graves, y alcanza el nivel máximo en la sangre una hora después de la reacción alérgica; se elimina progresivamente en horas, por lo que, a las 24 horas de dicha reacción, en condiciones normales, podemos detectar niveles basales en sangre.
Así, unos niveles de triptasa anormalmente altos en suero que se normalizan a las 24 horas indican que ha ocurrido una reacción de causa alérgica, en la mayoría de los casos, y es un marcador útil en diagnóstico diferencial frente a otros tipos de reacciones. Por contra, la detección en sangre de unos niveles constantemente elevados de triptasa puede estar relacionada con la presencia de otras enfermedades, como una insuficiencia renal o hepática, así como con una mastocitosis sistémica, enfermedad “rara” causada por la proliferación de los mastocitos.
¿Qué es la histamina?
La histamina es una sustancia almacenada en los gránulos de los mastocitos y de los basófilos, también células efectoras de la reacción alérgica. La histamina se libera cuando se desencadena la reacción y origina la inflamación de la reacción alérgica. La determinación de histamina en sangre es una técnica complicada y poco útil, ya que se degrada muy rápidamente (en cuestión de minutos), y son muchos los factores, como determinados alimentos de la dieta o una inadecuada manipulación de la muestra sanguínea, los que pueden causar una elevación de la histamina, independientemente de una reacción alérgica. Por esta baja fiabilidad en el diagnóstico de las enfermedades alérgicas, esta técnica está en desuso.
¿Cómo se realizan las técnicas serológicas para diagnosticar la alergia?
Generalmente consisten en exponer el suero del paciente, que contiene las inmunoglobulinas o los mediadores que queremos cuantificar, a una superficie o una solución que contiene el alérgeno (en el caso de la determinación de IgE específica), o un anticuerpo que reconoce todos los anticuerpos del tipo IgE (para la determinación de la IgE total) o el mediador que se desee cuantificar (p. ej., la triptasa). Posteriormente, se añade un anticuerpo detector que se une al tipo de anticuerpo que queremos reconocer (como la IgE) o a los mediadores (como triptasa), y está marcado con una enzima capaz de transformar una sustancia química en una señal lumínica o colorimétrica. La señal obtenida será proporcional a la cantidad de inmunoglobulina o mediadores captados por el sistema de detección (figura 3). Todas estas técnicas están totalmente automatizadas, estandarizadas y ofrecen resultados altamente reproducibles.
Figura 3. Técnica serológica para diagnosticar la alergia (Créditos, F. 184)
Estas determinaciones de IgE específica se pueden hacer de manera individual frente a un solo alérgeno, pero también existen las técnicas de matrices de alérgenos (microarrays y macroarray), que posibilitan la detección de IgE específica frente a decenas de alérgenos (en algunos casos más de doscientos), de forma simultánea, utilizando una pequeña cantidad de suero. Estás técnicas son muy útiles en pacientes que presentan múltiples sensibilizaciones.
Hoy día, se dispone de un amplio panel de alérgenos para la determinación de la IgE específica frente a pólenes, alimentos, ácaros, hongos o epitelios de animales. Sin embargo, el panel disponible para diagnosticar alergia frente a los medicamentos sigue siendo bastante limitado.
En el ámbito de la investigación, en los casos en los que se encuentre implicado un alérgeno poco frecuente, no disponible en los paneles comerciales, se realiza la técnica de inmunoblot. Esta, consiste en separar las diferentes proteínas que contiene un extracto alergénico en un gel, mediante cargas eléctricas, y enfrentando las proteínas separadas al suero del paciente. Posteriormente, se detectan los anticuerpos IgE que se han unido a alguna proteína del extracto, para determinar las IgE específicas; y pudiéndose caracterizar, de este modo, las fracciones del extracto alergénico frente a las que un individuo está sensibilizado.
¿Qué significa la IgE frente a componentes?
Uno de los cambios fundamentales en los análisis de sangre en alergología en los últimos años ha sido conceptual, ya que ha variado el significado o concepto de alérgeno. Como ejemplo: inicialmente se identificó el polvo de casa como el alérgeno capaz de producir manifestaciones de alergia (rinitis, asma). Posteriormente, se descubrió que la causa de la alergia al polvo realmente era la producción de IgE frente a un ácaro que se encontraba en ese polvo doméstico en concreto. Los ácaros, al igual que los pólenes o los alimentos, están compuestos por numerosas proteínas, algunas de ellas con capacidad de producir una reacción alérgica, mientras que otras son inocuas. Hoy sabemos que cada IgE específica solo reconoce un pequeño fragmento o grupo de aminoácidos del alérgeno (que son conocidos como epítopos o determinantes antigénicos). Las IgE específicas frente a un alérgeno, que se usan para el diagnóstico de las enfermedades alérgicas, están identificando distintas fracciones de una proteína alergénica o componente alergénico dentro de una fuente biológica compleja, es decir, una proteína de la fuente biológica compleja que es un organismo como el ácaro del polvo. El cambio más destacado del diagnóstico alergológico in vitro ha radicado en la posibilidad de determinar IgE específica frente al alérgeno específico para el que se ha originado. Este giro en el diagnóstico ha permitido, por una parte, obtener una mayor precisión en el diagnóstico alergológico; pero también, dar una explicación científica a la obtención de distintos resultados en pacientes con sensibilizaciones similares pero que respondían de manera diferente al tratamiento con inmunoterapia. Este diagnóstico molecular permite asociar determinadas sensibilizaciones a proteínas o componentes concretos con diferentes manifestaciones clínicas (más o menos graves); o bien explicar algunos fenómenos de reactividad cruzada, tales como los que ocurren cuando un paciente sensibilizado al ácaro del polvo de casa desencadena una reacción alérgica tras la ingesta de una gamba. En la actualidad, sabemos que este hecho es debido a que los anticuerpos IgE frente a una proteína del ácaro son capaces de reconocer una proteína muy similar presente en la gamba.
El diagnóstico de las sensibilizaciones frente a proteínas alergénicas, denominado diagnóstico molecular o diagnóstico por componentes, es ya una realidad en las consultas de Alergología. Sin embargo, el tratamiento con inmunoterapia con esta precisión todavía no está disponible comercialmente, si bien es cierto que en algunos ensayos de investigación se está aplicando inmunoterapia compuesta por algunas proteínas alergénicas, responsables de la reacción alérgica que presenta el paciente.
¿Qué significa tener un nivel de IgE total alto?
La cifra elevada de IgE total es un marcador de atopia. Se eleva principalmente en los pacientes atópicos, tanto en los que sufren alguna enfermedad alérgica respiratoria, digestiva o cutánea, como en las personas que no hayan desarrollado síntomas de enfermedad alérgica. Los pacientes con dermatitis atópica suelen tener niveles más elevados de IgE total con respecto a otras enfermedades alérgicas.
Sin embargo, los niveles elevados de IgE total, también se encuentran en otras situaciones distintas de la alergia, como en las infecciones por parásitos, patologías infecciosas, inflamatorias, neoplásicas o en inmunodeficiencias. Además, en la elevación de la IgE total también pueden intervenir factores ambientales como el tabaco y, sobre todo, el alcohol.
No existe una cifra de IgE definida como punto de corte a partir del cual los niveles se consideran anormalmente altos, aunque el 78 % de los individuos atópicos presenten niveles superiores a 100 kU/L. Sin embargo, en los niños la IgE total se eleva progresivamente hasta la edad de 10-15 años, y puede alcanzar cifras de 300 kU/L sin asociarse a ninguna enfermedad.
Es necesario tener en cuenta que el hecho de que aparezca una IgE total normal no excluye la posibilidad de padecer un proceso alérgico. Además, una elevación de IgE total puede condicionar unos valores más altos de IgE específica independientemente de la gravedad de su alergia. En la práctica clínica del diagnóstico alergológico, la función principal de la determinación de IgE total será apoyar una sospecha clínica y valorar adecuadamente los valores de IgE específica. Por tanto, en los pacientes con una sospecha de reacción alérgica, el estudio alergológico se debe apoyar, principalmente, en las pruebas cutáneas y en la determinación de IgE específica, pruebas de mayor valor diagnóstico que la elevación de la IgE total.
¿Qué significa tener un nivel elevado de IgE específica frente a un alérgeno?
La elevación de la IgE específica frente a un alérgeno indica una sensibilización frente a este y una propensión a presentar síntomas de alergia. La sensibilización frente a un alérgeno no siempre indica la aparición de síntomas de alergia tras el contacto con ese alérgeno. Así, un individuo puede estar sensibilizado a un alimento, y a la vez consumirlo sin ningún problema. Es importante saber que un diagnostico no se basa solo en pruebas “positivas” o “negativas”, sino en base a una interpretación de estas junto a la historia clínica. Asimismo, la gravedad de la reacción con un alérgeno en muchos casos se asocia a su nivel de la IgE específica, pero esto no se cumple en todos los pacientes. Por tanto, para comprender la relevancia clínica, es decir, si son o no causantes de síntomas y su magnitud, es importante que los valores de IgE sean siempre evaluados por un alergólogo.
Para determinar si una IgE específica es positiva o negativa, normalmente se utiliza como punto de corte el valor 0,35 kUA/L, y es esta cifra la que la mayoría de los laboratorios marcan como valor de referencia. Sin embargo, los niveles de IgE que se asocian a síntomas dependen de cada alérgeno, por lo que este punto de corte puede ser diferente para cada alérgeno. En general, los niveles de IgE específica que provocan síntomas para alérgenos inhalados, como por ejemplo el polen o los ácaros del polvo, son superiores a los de los alérgenos alimentarios.
Por otra parte, la presencia de un valor bajo o negativo de IgE específica, especialmente en la alergia a los medicamentos, no excluye la posibilidad de estar sensibilizado, por lo que en algún caso se hace necesario aplicar otro tipo de pruebas diagnósticas complementarias.
¿Qué técnicas celulares existen para diagnosticar la alergia?
Entre las células efectoras principalmente implicadas en las reacciones alérgicas se encuentran los basófilos en sangre periférica; los mastocitos en piel (responsables de las reacciones de tipo inmediato); los eosinófilos, que promueve la inflamación a distintos niveles, y los linfocitos como responsables de las reacciones tardías. Mediante la realización de un análisis de sangre rutinario, se puede detectar la elevación del número de algunas de estas células, como por ejemplo los eosinófilos. Sin embargo, con objeto de detectar la activación celular es preciso valerse de análisis más complejos.
Las técnicas celulares que se utilizan en el diagnóstico de la alergia tienen como fundamento enfrentar in vitro, es decir, en un tubo de ensayo, las células de la sangre periférica del paciente (de fácil accesibilidad, tras una extracción de sangre venosa periférica) con el alérgeno sospechoso de la reacción que se produce en el paciente alérgico (reacción in vivo). Esto puede considerarse una prueba de provocación ex vivo (fuera del cuerpo del paciente), la cual no implica ningún riesgo para el paciente, y puede, en algunas ocasiones, evitar la realización de las auténticas pruebas de provocación o de exposición in vivo.
Si la reacción del paciente ha sido inmediata (en un período de tiempo corto, minutos), la técnica celular diagnóstica observará la respuesta del basófilo (célula principalmente implicada en este tipo de reacciones junto a los mastocitos); si, por el contrario, la reacción ha sido tardía (más de 24 horas tras la exposición al antígeno), se examinará la respuesta de los linfocitos (células implicadas en el mecanismo inmunopatológico de estas reacciones retardadas) (v. figura 1).
Entre las técnicas para reacciones inmediatas se encuentran el test de liberación de histamina (TLH) y el test de activación de basófilos (TAB) (figura 4). Ambos tests exploran la reactividad del basófilo tras estimularlo con un antígeno específico in vitro. Para valorar la respuesta de la célula (es decir, si el estímulo ha provocado su activación) se determina la liberación de mediadores (con la técnica del TLH), o la presencia de unos marcadores especiales o moléculas que solo se expresan en la membrana del basófilo tras su activación y que no se encuentran presentes en la membrana celular cuando esta está en reposo (con la técnica del TAB).
Figura 4. Test de activación de basófilos y test de liberación de histamina (Créditos, F. 185)
En diferentes estudios realizados en la última década se demuestra que el TAB ofrece interesantes resultados en el diagnóstico de alergia a los medicamentos, donde la determinación de IgE específica sérica es insuficiente. Además, favorece evaluar numerosas sustancias, proteínas o glicoproteínas procedentes de diferentes fuentes alergénicas como sustancias inhalantes, alimentos, fármacos, venenos de himenópteros, etc., lo cual abre el abanico de posibilidades para estudiar la alergia controlada en un tubo de ensayo o in vitro.
El test de transformación linfoblástica (TTL) explora la respuesta del linfocito, en concreto del linfocito de tipo T, célula responsable de las reacciones tardías, frente a diferentes sustancias (figura 5). Consiste, igualmente, en enfrentar las células aisladas de la sangre venosa del paciente a las sustancias sospechosas de la reacción clínica, aunque, en este caso, durante períodos prolongados de tiempo (desde 48 horas hasta 7 días). El objetivo es observar la proliferación linfocitaria que ocurre si la respuesta es positiva, y que es cuantificable mediante diversos métodos.
Figura 5. Test de transformación linfoblástica (Créditos, F. 186)
Estas técnicas celulares requieren un manejo y una infraestructura especial en el laboratorio, ya que implican trabajar con células vivas, por lo que la realización de aquellas debe hacerse de forma relativamente inmediata tras la extracción de la muestra de sangre. Además, se precisa una mayor formación para su realización, ya que no existe automatización (como ocurre actualmente con las técnicas serológicas, como la determinación de IgE específica, triptasa, etc.). Por este motivo, no son técnicas cuyo empleo se haya extendido en todos los hospitales.
¿Cualquier tipo de alergia se estudia con las mismas pruebas de laboratorio?
En función del tipo de reacción alérgica que presente un paciente se aplican diferentes técnicas o pruebas de laboratorio.
En el diagnóstico de la rinitis o asma alérgica, los análisis de sangre que se realizan habitualmente consisten en la determinación de la IgE específica frente a los alérgenos inhalados, que podrían estar implicados en el desarrollo de dicha patología, y en la determinación de la IgE total.
En la búsqueda del alérgeno responsable de la alergia a alimentos, se aplica fundamentalmente la determinación de IgE específica frente a los alimentos sospechosos de producir alergia. Otras pruebas, como la determinación de la IgG frente a alimentos, no han demostrado ninguna utilidad en el diagnóstico de la alergia. En general, las pruebas cutáneas, y la determinación de la IgE específica frente a los alérgenos sospechosos, en muchos casos frente a componentes alergénicos, pueden ser suficientes para diagnosticar una alergia alimentaria. No obstante, en algunos casos el estudio se puede ampliar con técnicas celulares y/o técnicas más experimentales, como la inmunotransferencia o el inmunoblot.
En el diagnóstico in vitro de la alergia a los medicamentos, la determinación de la IgE es poco válida, ya que su sensibilidad es baja y los fármacos que pueden ser estudiados con esta técnica son muy pocos. Las técnicas celulares como el TAB, en el caso de las reacciones inmediatas, o el TTL, en el caso de las reacciones tardías pueden aumentar la sensibilidad del diagnóstico de la alergia a los medicamentos, aunque como se ha mencionado anteriormente, se requieren laboratorios con experiencia y una infraestructura adecuada. No obstante, para la alergia a los medicamentos, dado que la sensibilidad de todas las técnicas diagnósticas globalmente no alcanza el 100 %, en muchas ocasiones es necesario realizar pruebas de provocación con medicamentos in vivo.
En la alergia al veneno de himenópteros, la IgE específica es la técnica comúnmente utilizada. Es de gran utilidad la determinación de IgE frente a componentes alergénicos para definir adecuadamente el himenóptero causante de la reacción en los casos complicados, especialmente antes de prescribir una inmunoterapia específica. En estas situaciones, el TAB ha mostrado una alta sensibilidad y especificidad en la identificación del veneno que produce la reacción.
¿Se puede predecir la alergia mediante un análisis de sangre?
No se puede predecir la aparición de una alergia mediante una prueba in vitro ya que como se ha mencionado, las pruebas sanguíneas informan solo sobre sensibilización y puede ocurrir que esta sensibilización no se traduzca en reacción alérgica.
No hay una prueba de diagnóstico in vitro que permita establecer que un individuo pueda padecer o no una reacción alérgica. Sin embargo, cuando un paciente ya ha presentado alguna reacción alérgica frente a un medicamento o alimento, existe la posibilidad de predecir posibles reacciones alérgicas futuras tras la ingesta o administración de sustancias que contengan estructuras proteicas y/o químicas similares. Algunas de las técnicas in vitro disponibles, como la IgE, especialmente a componentes, indican el nivel de probabilidad de sufrir una reacción con un alérgeno alternativo. Se ha observado que en algunos casos el TAB es capaz de discriminar la respuesta a un alérgeno, y predecir la posible tolerancia o reacción alérgica a su administración in vivo.
Los análisis sanguíneos de alergia ¿pueden evitar realizar pruebas de provocación con medicamentos, alimentos u otros alérgenos?
Desgraciadamente, hoy por hoy, las pruebas del laboratorio no siempre pueden evitar la realización de las pruebas de exposición o provocación. Los resultados obtenidos en los análisis de sangre que exploran la alergia no se relacionan con los síntomas que presenta el paciente en todos los casos. Principalmente, en la alergia a los medicamentos, las pruebas in vivo (pruebas cutáneas) junto con las pruebas in vitro no son capaces de detectar el 100 % de los pacientes alérgicos, por lo que, en aquellos casos en los que todas las pruebas in vivo e in vitro sean negativas o exista una discordancia entre ellas, será necesario realizar pruebas de provocación para excluir definitivamente la alergia a ese alérgeno, siempre y cuando se realice de forma controlada y excluyendo los casos en los que la reacción alérgica previa haya sido de carácter muy grave.
¿Es indispensable realizar análisis de sangre una vez que se realizan las pruebas cutáneas?
Si bien es cierto que las pruebas cutáneas cuentan con una alta sensibilidad, son económicas y fáciles de realizar, los análisis de sangre en alergología aportan una información adicional que complementa el diagnóstico in vivo en la mayoría de los casos. De hecho, la determinación de la IgE específica presenta una mayor especificidad que las pruebas cutáneas. De tal manera que con las pruebas cutáneas es posible seleccionar a un gran número de pacientes, entre los que se incluirían los verdaderos alérgicos, pero también algunos de ellos que no lo son realmente (falsos positivos), y que con la determinación de la IgE son identificados en un elevado porcentaje. De esta manera, la combinación de ambas pruebas aumenta el rendimiento diagnóstico.
Además, mientras que las pruebas cutáneas no son cuantitativas, la determinación de la IgE específica sí lo es. Es importante destacar que un mayor tamaño del habón obtenido en la prueba cutánea no siempre se relaciona con un mayor nivel de IgE específica.
Así pues, puede decirse que las pruebas cutáneas se complementan con las pruebas en sangre, si bien en aquellas ocasiones en las que no está indicada la realización de las pruebas cutáneas —ya sea por la toma de medicamentos que interfieren con ellas, o por la presencia de problemas cutáneos—, los análisis de sangre serán el único tipo de diagnóstico disponible para el médico.
¿Existen análisis de sangre que permitan valorar la respuesta a un tratamiento alergológico?
Para la monitorización del tratamiento, especialmente en la inmunoterapia específica con alérgenos, no existe actualmente una técnica in vitro capaz de comportarse como marcador de la mejoría clínica que manifiesta el paciente. En investigación se utiliza la determinación de algunas subclases de anticuerpos, como la determinación de IgG4 antígeno-específica, que puede considerarse un marcador de respuesta inmunológica protectora, especialmente en la inmunoterapia frente a venenos de himenópteros; y es detectable desde períodos iniciales del tratamiento (2-3 meses).
A largo plazo, tras más de 12 meses de inmunoterapia y especialmente con alérgenos inhalados y con veneno de himenópteros, puede observarse una disminución en la producción de IgE específica, aunque como se ha comentado anteriormente, no se relacione de forma significativa con la mejoría clínica que presenta el paciente.
¿Qué medidas se deben tener en cuenta antes de realizar un análisis de sangre para el diagnóstico alergológico?
Para la realización de los análisis sanguíneos para el diagnóstico de las reacciones alérgicas no es necesario estar en ayunas. Sin embargo, se deberá mantener el ayuno, si además de las pruebas de alergia se le ha solicitado otros análisis que así lo requieran.
En cuanto al tratamiento sintomático de los pacientes alérgicos, los antihistamínicos, entre otros (antidepresivos tricíclicos, corticoides, etc.), pueden modificar algunas pruebas celulares, tales como el TAB y TLH, inhibiendo la activación de las células en respuesta al alérgeno; por ello es prioritario tomar en consideración este hecho, y suspender el tratamiento antes de realizar las pruebas in vitro, puesto que podrían obtenerse resultados falsamente negativos. Sin embargo, los antihistamínicos no influyen en las pruebas serológicas para el diagnóstico alergológico, por lo que no es necesaria su suspensión para la realización de estos análisis sanguíneos.