Tocqueville y Constant pueden ser los autores más representativos de un liberalismo que abarca no solamente lo institucional, sino también otros ámbitos que afectan a la propia actitud individual. La libertad para Tocqueville representa una fuerza y una pasión que, para al menos una buena parte de los seres humanos, arraiga «en su corazón, independientemente de sus beneficios: es el placer de poder hablar, actuar, respirar sin coacción bajo el mismo gobierno de Dios y de las leyes».
En la experiencia americana descubre las fortalezas y debilidades del nuevo régimen democrático y la importancia del equilibrio de la moderación del régimen político. «Solo tengo una pasión —escribirá—: el amor por la libertad y por la dignidad de la persona humana. Para mí, todas las formas de gobierno no son sino medios, más o menos perfectos, para satisfacer esa santa y legítima pasión del hombre».
Tocqueville lleva a cabo el primer análisis de Estados Unidos en contraposición a Europa. El Antiguo Régimen y la Revolución (1856) sigue siendo un análisis lúcido y complejo de una época difícil entre el Antiguo Régimen y el mundo moderno, mientras que su obra La democracia en América (1835-1840) es el primer gran examen sobre las posibles derivaciones de la democracia y la sociedad de masas.