Relevantes pensadores de la Ilustración escocesa consideraban que en el campo de la conducta humana la razón jugaba un papel subordinado y auxiliar; el acicate de la voluntad y motor de la acción sin embargo son los afectos, sentimientos y emociones, esto es, las pasiones. Largamente denostadas por cegar a los hombres, asisten de la mano de la escuela sentimental de los filósofos escoceses a su rehabilitación. Las pasiones comienzan a considerarse, en grados diversos y no sin polémica, principio de acción y fuente de progreso, prosperidad y seguridad.
En esta conferencia veremos, por un lado, cómo la mirada se posa en su clasificación, particularmente, como benignas o dañinas, afables o tumultuosas, tranquilas —doux— o violentas. Por el otro, cómo se transforman de cara a la sociedad civilizada y cuál pasa a ser el papel que en el comportamiento se adjudica al interés. Y, finalmente, cuáles son, para la sociedad comercial, los beneficios económicos y políticos de la presencia de las pasiones, así como sus potenciales peligros.
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