LA EXPOSICIÓN
Pintor, poeta, escritor, ensayista y dramaturgo, Oskar Kokoschka (1886–1980) comenzó su carrera en la Viena de principios del siglo XX, al igual que Gustav Klimt (1862–1918) y Egon Schiele (1890–1918). Sus primeras obras escandalizaron tanto al público como a la crítica, que enseguida le calificó como “el gran salvaje” (Oberwildling). Su rica trayectoria personal y artística abarca la mayor parte del siglo xx, estando estrechamente ligada a los acontecimientos históricos de su tiempo.
A lo largo de su vida, su afán de independencia le mantuvo al margen de cualquier movimiento artístico. En ese sentido, el único adjetivo que Kokoschka aceptó para sí mismo fue el de expresionista: “Soy un expresionista porque no sé hacer otra cosa que expresar la vida”. Este compromiso con su arte se refleja en cada una de sus obras y convierte al pintor en testigo fundamental de su época y de las transformaciones que en ella se desarrollaron.
El radicalismo de sus comienzos le llevó a ser blanco de los nazis, que le señalaron como representante del “arte degenerado”. Debido a la lucha contra el fascismo que mantuvo a través de sus obras, llegó a ser en una figura influyente en la reconciliación europea tras la Segunda Guerra Mundial y participó activamente en la reconstrucción cultural de un continente devastado.