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Sócrates fue un personaje que no dejó indiferente a nadie en la Atenas de su tiempo. Por este motivo se ganó tanto la admiración de muchos amigos, discípulos y seguidores como también la animadversión de algunos enemigos, que fueron muy activos a la hora de desprestigiarlo y difamarlo. Su austero modo de vida, su frecuente recurso a la ironía, sus habituales demostraciones dialécticas en las que refutaba a políticos, sofistas y otros intelectuales, la admiración que causaba entre los jóvenes, sus particulares creencias religiosas —entre las que destacaba su postulación de la inmortalidad del alma y sus posterior destino en el más allá— o la afirmación de que una divinidad (un daimon) le aconsejaba fueron, entre otras causas, objeto de rechazo por parte de quienes le envidiaban y criticaban.

Asimismo, el hecho de que el oráculo de Delfos lo proclamara el hombre más sabio, y que él interpretara que fue a causa de su declaración de ignorancia, provocó una gran contrariedad entre determinados estamentos de la sociedad ateniense. Fueron esos enemigos los que contribuyeron a construir una imagen distorsionada y falsa de Sócrates, con la decisiva colaboración del comediógrafo Aristófanes en varias piezas teatrales, muy particularmente, en su obra Las nubes. Fue tal el impacto que esa imagen teatral y ficticia causó entre los ciudadanos atenienses que muchos la dieron por real, hasta el punto de motivar parte de las acusaciones posteriores (la introducción de divinidades nuevas y la corrupción a los jóvenes) que condujeron a Sócrates a un juicio en el que, a pesar de sus esfuerzos por desmentir esas falsedades, acabó siendo sentenciado a la pena capital. En este sentido, se puede afirmar que Sócrates fue una de las primeras víctimas de las noticias falsas, de las fake news, por expresarlo en una terminología actual.

 

Presenta: Luis Miguel Macía Aparicio
Catedrático emérito de Filología Griega
Departamento de Filología Clásica
Universidad Autónoma de Madrid