Si D’Alembert ya había sido consciente de que el siglo en el que vivía estaba transformando todas las certezas que habían permanecido más o menos incólumes en largos períodos de tiempos anteriores, cuando analizamos el siglo XVIII en su conjunto, la evidencia de esa transformación puede encarnarse en ese nuevo sentido de tiempo histórico que ha sustituido al tiempo pensado teológicamente, estable, natural y repetitivo a través de las sucesivas generaciones.
PONENTE
Carmen Iglesias, Directora de la Real Academia de la Historia. Real Academia Española.