Carlos Rodríguez-Pardo
PREMIO DE INVESTIGACIÓN SOCIEDAD CIENTÍFICA INFORMÁTICA DE ESPAÑA-FUNDACIÓN BBVA
Investigadores jóvenes en informática
2024
Por sus contribuciones en el procesado inteligente de imagen, que han mejorado la representación realista de los materiales, dando lugar a publicaciones científicas, patentes y productos industriales de gran impacto internacional.
CONTRIBUCIÓN
Carlos Rodríguez-Pardo considera que «la curiosidad y las ganas de aprender constantes» son herramientas fundamentales en la investigación en informática, así como «saber comunicar tus resultados a diferentes públicos». Desarrolló su tesis mientras trabajaba para una startup en el marco de un doctorado industrial, y gracias a ello ha podido ver cómo sus contribuciones se han traducido en productos comerciales tangibles.
El trabajo del galardonado, hoy investigador posdoctoral en el Politécnico de Milán (Italia), se ha centrado en mejorar el realismo y la eficiencia de las imágenes generadas virtualmente, así como reducir la intervención manual necesaria para crearlas. Se enmarca en el campo del procesado inteligente de imagen y encuentra aplicaciones en la industria del cine, la arquitectura, el diseño de moda o la ingeniería. Uno de sus productos más destacados es Textura, un programa utilizado por empresas y particulares para facilitar el diseño de tejidos mediante la simulación detallada del comportamiento de diversos materiales.
Ahora, enfoca su investigación en emplear la inteligencia artificial para combatir el cambio climático. «Investigamos cómo evolucionará el clima del planeta según cambien las emisiones de gases de efecto invernadero, y también cómo influirá el cambio climático en la economía y la sociedad», explica, con el objetivo de «ayudar a desarrollar políticas públicas mejores para la economía, la sociedad y el medio ambiente».
El informático resalta que «la inteligencia artificial tiene riesgos conocidos, como la generación de noticias falsas o la pérdida de posibles empleos que se puedan automatizar con estos algoritmos», pero también destaca otros peligros que considera «menos discutidos» como el coste medioambiental. La responsabilidad, en cualquier caso, es colectiva: «Los ingenieros y los investigadores tenemos que tener en cuenta estos riesgos, pero también debemos incorporar a personas de la sociedad civil y la administración pública para introducir regulación en estos algoritmos y ayudar a identificar nuevos riesgos que todavía no se hayan encontrado».
En este sentido, el premiado argumenta que la inteligencia artificial afronta retos como «poder entrenar los algoritmos con muchos menos datos, y darles la capacidad de explicar por qué toman las decisiones que toman». Al mismo tiempo, considera imprescindible resolver «la generación de sesgos y la identificación de posibles datos falsos que puedan generar, así como su coste medioambiental, que es muy alto y hay que reducirlo».