Daniel Eceizabarrena Pérez

«Durante bastantes periodos del trabajo, tú mismo eres tu mayor enemigo. Te pones a pensar y te preguntas: “Lo que hago ¿le interesará a alguien?”», reflexiona Daniel Eceizabarrena. Por eso, cuando recibió la notificación de este premio, expresa entusiasmado: «Me llevé un alegrón. Pone en valor el trabajo que has hecho». Su tesis estudia cómo evolucionan los tornados, los remolinos o las estelas de los aviones. Cuando el comportamiento es caótico, se conoce como turbulencia, y Eceizabarrena explica que «uno de los mayores problemas sin resolver de la física es saber el mecanismo que empuja los flujos turbulentos».

Para abordarlo, es clave una función matemática que «en su día fue planteada como un ejercicio puramente académico», expone el premiado. Sin embargo, actualmente esa función sirve para predecir el comportamiento de la turbulencia, algo muy útil para la navegación tanto marítima como aérea. Es un buen ejemplo, según Eceizabarrena, de por qué «hay que seguir apoyando la investigación, incluso la más básica; quién sabe si, dentro de cien años, las matemáticas puras de hoy en día serán de directa aplicación».

Siempre le gustaron las matemáticas, pero fue al acabar primero de carrera en la Universidad del País Vasco cuando se dijo: «me he quedado con ganas de más», y apostó por la investigación. Eceizabarrena considera que la investigación «es incierta en sí misma», ya que «no puedes predecir» en qué lugar del mundo trabajar en cada momento. Después de realizar el máster en la Universidad Autónoma de Madrid y regresar al País Vasco para completar su tesis doctoral en el Basque Centrefor Applied Mathematics, actualmente disfruta de un contrato posdoctoral en la Universidad de Massachusetts Amherst (Estados Unidos).

Sin embargo, no descarta volver a España y por eso recibe con muy buenos ojos las convocatorias actuales de puestos permanentes destinadas a jóvenes. Anima a que se sigan celebrando, y además reclama «más constancia en las convocatorias públicas», que actualmente tienen un calendario variable de año en año. Según el investigador Andrea R. Nahmod, catedrático de la Universidad de Massachusetts Amherst, la tesis de Eceizabarrena «es una proeza extraordinaria» y sus resultados están «en la frontera del conocimiento».