Daniel Martín Serrano

«No puede existir ya una sociedad sin la informática», sostiene Daniel Martín Serrano. «La informática nos conecta no solo entre nosotros para comunicarnos, sino también con el conocimiento. Hoy en día la informática es la puerta a una cantidad de conocimiento que jamás antes había estado disponible».

El investigador posdoctoral en el Departamento de Informática e Ingeniería de Sistemas de la Universidad de Zaragoza trabaja para entender cómo las personas observan y exploran los entornos virtuales con el objetivo de crear mejores experiencias. «Hemos conseguido que un ordenador, con ayuda de inteligencia artificial, sea capaz de imitarnos a los humanos cuando exploramos un entorno virtual e incluso de predecir cómo lo hacemos», explica.

Sus resultados se podrían aplicar a disciplinas muy variadas, dado que la realidad virtual se utiliza ya en medicina —donde los cirujanos utilizan simuladores para practicar cómo hacer operaciones, para rehabilitación de pacientes, para el tratamiento de fobias—, en los colegios para hacer nuevas dinámicas de aprendizaje, o incluso para ofrecer experiencias de turismo sin salir de casa.

El galardonado se interesó por esta disciplina en el último año de instituto, cuando eligió una asignatura nueva llamada Algoritmos y Resolución de Problemas que impartía un doctor de la Universidad de Zaragoza. «Yo no sabía lo que era, pero en la descripción se hablaba de resolver problemas y programar, y me llamó la atención», recuerda. La experiencia de construir algoritmos por primera vez le resultó transformadora: «Me enamoré de la informática, y desde ese momento supe que era a lo que me quería dedicar siempre».

Martín Serrano considera que «la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías tienen un potencial enorme en la sociedad, y lo importante realmente es educar a las personas para que puedan explotar el máximo de ellas». Sin embargo, advierte que es difícil predecir los avances a los que conducirá la ciencia informática: «no sabemos realmente el impacto que algo puede tener en el futuro hasta que llega».

Además de establecer «la responsabilidad ética de las decisiones que pueda tomar una inteligencia artificial», el investigador galardonado apunta que el reto principal que afronta hoy su disciplina es conseguir que el mundo virtual y el mundo real coexistan de la forma más natural y orgánica, un futuro en el que «podamos usar la realidad virtual como nuestro móvil, que ahora mismo es parte de nuestro día a día».