Flor Miriam Plaza del Arco

«Cuando llegó el primer ordenador a casa, tenía unos seis o siete años y tanto mi hermana como yo estábamos fascinadas por esta tecnología», rememora Flor Miriam Plaza del Arco. Con los años, su hermana se convirtió en un gran referente para la investigadora galardonada, y más adelante, su directora de tesis, Maite Martín, jugó también ese papel: «Veía su pasión y su motivación por investigar, y me las contagió».

Ahora, Plaza del Arco es investigadora posdoctoral en el Departamento de Informática, grupo de investigación MilaNLP, de la Universidad Bocconi (Milán, Italia) y trabaja para «enseñar a las máquinas a comprender y generar el lenguaje humano como es el inglés y el español». Considera que su campo se encuentra en la intersección entre la sociedad, el lenguaje y la tecnología, ya que enfoca su investigación en desarrollar recursos lingüísticos que permitan a las máquinas detectar los discursos de odio en las redes sociales. Su objetivo final es, en sus propias palabras, «generar un ambiente más sano y seguro en estas plataformas».

Otra faceta de su trabajo está relacionada con los modelos de lenguaje como ChatGPT. «Cuando enseñamos a las máquinas a comprender el lenguaje —señala—, les estamos enseñando también todos los datos que se están publicando en internet. Esto, al final, es un reflejo de la sociedad y por ello contiene sesgos y estereotipos». Por ello, Plaza del Arco trata de detectar estos sesgos de forma que los modelos de lenguaje sean más seguros, responsables e inclusivos.

Ante los grandes desafíos actuales de la inteligencia artificial, como la privacidad, la seguridad, la transparencia y la explicabilidad, la investigadora galardonada considera fundamental invertir esfuerzos por explicar la toma de decisiones que adoptan los modelos. «Es normal que este tipo de tecnologías generen una preocupación en la sociedad —advierte—, porque crecen a un ritmo vertiginoso y el público general no sabe bien cómo funcionan».

Sin embargo, Plaza del Arco argumenta que su disciplina actualmente encuentra «muchas aplicaciones positivas» en áreas que abarcan desde la medicina hasta la industria, la agricultura o la educación. Precisamente por su desarrollo tan veloz «puede resultar complicado estar al día de estas tecnologías —admite—, pero esto también tiene una ventaja y es que fomenta la curiosidad». En definitiva, la investigadora premiada defiende que «la tecnología forma parte de todos los ámbitos de nuestra vida y la informática es la columna vertebral de la sociedad del siglo XXI».