Ignacio Mártil de la Plaza
PREMIO DE FÍSICA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA DE FÍSICA - FUNDACIÓN BBVA
Enseñanza y Divulgación de la Física (modalidad Enseñanza Universitaria)
2021
Universidad Complutense de Madrid
CONTRIBUCIÓN
Las tres patas de la actividad de un profesor universitario son la investigación, la docencia y la transferencia de conocimiento. Ignacio Mártil de la Plaza no solo lo sabe, sino que despliega una amplia actividad en los tres frentes.
Autor de más 160 publicaciones científicas —142 de ellas en revistas con factor de impacto y 116 en revistas del primer cuartil de su categoría— y miembro fundador del Grupo de Láminas Delgadas y Microelectrónica de la Universidad Complutense de Madrid, poco después de obtener la plaza de profesor titular, inició, hace más de tres décadas, una profunda renovación de las pácticas del Laboratorio de Semiconductores y Dispositivos Electrónicos.
«Desde los comienzos de mi vida académica me ha preocupado cómo trasladar a los laboratorios de docencia la experiencia adquirida en los laboratorios de investigación», reconoce. El éxito de sus iniciativas en esta área lo acreditan las revistas que se han hecho eco de ellas —desde Applied Physics Letters, hasta el Journal of Physics D: Applied Physics, pasando por IEEE Electron Device Letters— y un flujo de citas que se extiende a la actualidad, «lo cual indica que artículos de marcado carácter de enseñanza tienen repercusión en la investigación, incluso muchos años después de haber sido publicados», apunta.
Y transferencia de conocimiento. No solo a la industria (es coautor de cuatro patentes), sino a la sociedad, una tarea que considera prioritaria porque —dice, citando a Carl Sagan— «vivimos en una sociedad totalmente dependiente de la ciencia y la tecnología, en la que prácticamente nadie sabe nada acerca de la ciencia o la tecnología». En esta faceta se siente particularmente orgulloso de dos libros —Microelectrónica. La historia de la mayor revolución silenciosa del siglo XX y Energía solar: de la utopía a la esperanza, publicado este último en plena pandemia— y de un trabajo constante en redes sociales, que se extiende por Twitter, Instagram, YouTube y Facebook. En esta última plataforma, su página Un poco de ciencia, por favor avanza con paso firme hacia los 800.000 seguidores.
Traducir el lenguaje especializado que se habla en los laboratorios a términos inteligibles por el público no especialista es vital, afirma Ignacio Mártil: «Sin ciencia, sin recursos para la ciencia, no tenemos futuro. Pero para que la sociedad se interese por ella hay que dársela a conocer. La pandemia ha sido un ejemplo palmario: cuando surge un problema que afecta a todo el planeta y los políticos se ponen de acuerdo en dotar de los recursos necesarios a la investigación, esta responde; en menos de un año hemos tenido vacunas, un éxito inimaginable no hace mucho tiempo».