María Ángeles García-Ferrero
PREMIO DE INVESTIGACIÓN MATEMÁTICA VICENT CASELLES
2019
Max-Planck-Institut für Mathematik in den Naturwissenschaften, Leipzig (Alemania)
CONTRIBUCIÓN
María Ángeles García-Ferrero (León, 1991) asocia las matemáticas a la libertad. Libertad respecto a los límites que necesariamente impone el mundo físico: «Las matemáticas te dan la libertad de decir, bueno, esta es la realidad que observo y de la que nace mi problema, pero en un punto determinado me puedo abstraer de ella y generalizar los resultados tanto como pueda, mucho más allá de las observaciones».
Los problemas en que trabaja García-Ferrero, investigadora posdoctoral en el Instituto Max-Planck de Matemáticas de Leipzig (Alemania), efectivamente tienen su origen en el mundo natural. Licenciada en Ciencias Físicas en la Universidad de Valladolid antes de doctorarse en Matemáticas por la Universidad Complutense de Madrid, su investigación se enmarca en el área de las ecuaciones en derivadas parciales, que surgen de modelos de fenómenos como la distribución del calor por una superficie, la propagación de un sonido o el movimiento de un fluido, entre muchos otros.
Uno de sus trabajos de mayor impacto es la solución de un problema relacionado con ecuaciones que modelan la evolución de la temperatura sobre una superficie: «Estudiamos la localización de los puntos donde la temperatura es más alta que los puntos alrededor, y lo que hemos probado es que estos puntos donde la temperatura es máxima pueden encontrarse siguiendo cualquier camino que pensemos con antelación», explica. No es un resultado que tenga traducción inmediata a una aplicación, pero tampoco es enteramente abstracto.
En términos más técnicos, su trabajo aporta una teoría completa de aproximación para soluciones de ecuaciones parabólicas y su aplicación al estudio de puntos calientes y superficies isotermas.
Otro aspecto especialmente atractivo de las matemáticas, opina García-Ferrero, es «el rigor». Los resultados no dependen de condiciones experimentales: «Una vez que algo está probado, así es». Y describe la sensación de llegar precisamente a esa demostración: «Tiene que ser como un pintor cuando termina un cuadro: vas dando capas, afinando, y llega un momento en que te alejas, lo contemplas, y todo compensa. Aunque es una sensación muy efímera, porque al ver el cuadro, también ves lo mucho que te falta por hacer».