Patricia Pons Tomás
PREMIO DE INVESTIGACIÓN SOCIEDAD CIENTÍFICA INFORMÁTICA DE ESPAÑA-FUNDACIÓN BBVA
Jóvenes Investigadores Informáticos
2019
Por sus trabajos sobre el desarrollo de nuevas formas de interacción con animales usando como vehículo los sistemas informáticos.
CONTRIBUCIÓN
Que un niño ingresado en un hospital pueda jugar a distancia con un perro en una guardería canina es posible gracias a ACI (por sus siglas del inglés Animal Computer Interaction), un área de la informática basada en el desarrollo de entornos de juego interactivos para animales y humanos, y a un sistema de interacción remota desarrollado por Patricia Pons Tomás con el objeto de la estimulación física y mental de los canes y, a la vez, la mejora del bienestar de niños hospitalizados.
Es en este campo en el que ha centrado su investigación esta joven licenciada en Ingeniería Informática por la Universitat Politècnica de València, que ha obtenido uno de los Premios de Investigación Sociedad Científica Informática de España–Fundación BBVA 2019 por «sus trabajos sobre el desarrollo de nuevas formas de interacción con animales usando como vehículo los sistemas informáticos», según indica el acta del jurado.
Su tesis doctoral, que comenzó en 2014, se ha centrado en las áreas de Human Computer Interaction (HCI) y ACI, que en ese momento comenzaba a despuntar. «La investigación en ACI persigue mejorar el bienestar de los animales en diferentes ámbitos a través del desarrollo de tecnología adecuada para ellos, siguiendo un enfoque centrado en el animal», explica Pons Tomás. El trabajo de esta premiada, cuyo interés por la informática surgió de forma progresiva durante su infancia después de que llegase el primer ordenador a su casa, se basa en los movimientos del juego para desarrollar sistemas interactivos adecuados entre animales y humanos.
Así, con elementos tangibles como los robots, crearon un sistema capaz de detectar, mediante sensores de profundidad, visión por computador y aprendizaje automático, las posturas y partes del cuerpo de un animal —en concreto un gato— mientras juega. De este modo, reconoce el comportamiento del animal y el sistema puede reaccionar y adaptarse a los movimientos. El siguiente paso fue materializar estos avances en un sistema capaz de detectar el movimiento de un perro jugando con un robot, con el fin de que dicho sistema pudiera controlar al autómata cuando interactúa con el animal sin que sea necesaria la presencia permanente de una persona para poder jugar.
Este sistema es pionero porque se basa en la visión por computación sobre imágenes de un sensor de profundidad, sin requerir que el animal lo lleve consigo y no interfiera, así, en su comportamiento natural.