Segundo informe del Observatorio de Productividad y Competitividad en España

La productividad aumentaría un 4,9% si las empresas rezagadas incrementaran su eficiencia hasta el valor mediano de su sector

La economía española padece desde hace décadas un problema grave: el bajo nivel y lento crecimiento de su productividad. A pesar de las mejoras conseguidas en los últimos dos años, España no ha conseguido converger a los niveles de productividad y competitividad de las principales economías europeas, como Países Bajos, Alemania, Suecia, Francia o Finlandia. Además, este déficit de productividad agregada es un promedio que esconde importantes diferencias sectoriales y entre empresas. Frente a sectores y compañías punteras, con niveles de productividad superiores incluso a la media europea, existen otros actores cuyos resultados lastran la productividad del conjunto de España.

14 enero, 2025

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Observatorio de Productividad y Competitividad en España

Informe OPCE 2024

La productividad en España. Los motores de cambio

Versión preliminar

Se consideran empresas rezagadas las incluidas en el 40% con menor nivel de productividad en cada sector. Si estas empresas consiguieran elevar su eficiencia productiva hasta el valor mediano de su sector, la productividad agregada en la economía española crecería un 4,9%. Este dato señala una de las principales conclusiones del segundo informe del Observatorio de Productividad y Competitividad en España (OPCE) de la Fundación BBVA y el Ivie, que advierte sobre la importancia de tener presente la heterogeneidad del tejido productivo y desplegar políticas orientadas a mejorar los promedios de la economía reforzando el rendimiento de los actores menos eficientes. Esa estrategia requiere acciones que partan de análisis desagregados para alcanzar objetivos específicos -sectoriales y microeconómicos- capaces de lograr mejoras a escala agregada.  Los autores destacan que los indicadores macro son relevantes para evaluar los resultados desde una perspectiva general, pero esconden las debilidades y fortalezas de subconjuntos de la economía que son dispares y necesitan acciones diferentes. Es preciso reconocer que una parte de la economía no progresa adecuadamente mientras otra sí lo hace. La primera necesita estímulos para acercarse a la media y la segunda refuerzos para seguir liderando los cambios y ganar peso en el agregado.

El estudio La productividad en España: los motores de cambio, recién publicado junto a la actualización de la base de datos del OPCE, muestra una eficiencia productiva estancada en el último decenio, con el nivel de la PTF en 2023 idéntico al de 2013. Pero ese resultado acusa el efecto de shocks padecidos en el último decenio, ya que en los últimos años los crecimientos de la productividad son más alentadores: del 2,71% y del 1,05% en 2022 y 2023, respectivamente. Tras estos resultados globales en eficiencia productiva subyace la heterogeneidad señalada.

Para explicar el estancamiento de la PTF es relevante analizar la evolución de las ramas o sectores de actividad porque ni la dinámica de su crecimiento es la misma ni todos han sufrido las crisis de los últimos años de igual manera. El estudio diferencia 23 sectores, y destaca que en 11 la productividad decrece entre 2013 y 2023, pero en los otros 12 sus variaciones son positivas. Mientras que la PTF en las industrias extractivas contribuye positivamente al crecimiento del valor añadido bruto (VAB) sectorial (8,03%), en el caso de la rama de suministro de energía eléctrica, que en estos años ha sufrido un shock asociado a la guerra de Ucrania, con oscilaciones importantes en sus precios y con medidas de apoyo y soporte, la productividad tiene un efecto negativo del -7,97% sobre el VAB del sector. Los datos de los últimos años (2020-2023) son más positivos, predominando las contribuciones de la PTF al crecimiento del VAB en una mayoría de sectores (16 de 23).

También son relevantes para la trayectoria de la PTF agregada los pesos de los sectores y el patrón de crecimiento de los de mayor dimensión. La monografía destaca que los sectores con mayor peso en la economía no siempre son los más productivos, un hecho que también lastra la productividad agregada. De los cinco sectores con mayor peso en el PIB, tres registran una contribución positiva a la PTF y empujan con fuerza el agregado (comercio y reparación, actividades profesionales y científicas, y administración pública), mientras que en los otros dos son negativas y frenan la productividad global (actividades inmobiliarias, y sanidad y servicios sociales).

Diferencias entre empresas líderes y rezagadas

El Informe OPCE analiza en detalle las diferencias en productividad de una amplia muestra de más de 400.000 empresas de las que se dispone de la información necesaria de los indicadores de productividad entre 2013 y 2022, constatando que éstas son muy elevadas dentro de cada rama productiva, más incluso que las que existen entre sectores. Las empresas situadas en la frontera de la productividad, las empresas líderes, (el 5% con mayor nivel de PTF en su sector de actividad) se encuentran mucho más alejadas de la mediana que el 5% de las menos productivas. Destaca la fortaleza de las empresas más avanzadas del sector servicios, cuya productividad es un 20% superior al promedio de las empresas frontera del conjunto de sectores, tras lograr un crecimiento del 29% en el periodo analizado. Por el contrario, la productividad de las empresas manufactureras que se encuentran en su frontera es un 50% inferior a las líderes de productividad del conjunto de sectores y no ha aumentado en el decenio.

Los autores señalan que la productividad de la muestra de las empresas analizadas experimenta un crecimiento del 6,7% en el periodo, pero esa evolución no se ha debido a mejoras en la eficiencia de todas ellas, sino a que las empresas más productivas han ganado cuota de mercado. Si la evolución de la PTF hubiese dependido únicamente de la productividad del conjunto de empresas existentes, sin cambios en su peso relativo, el promedio se habría reducido un -7,8%. Así pues, el papel impulsor de las empresas líderes es muy relevante, entre otros aspectos, en los importantes logros de la economía española en competitividad internacional. La mejora de la competitividad exterior no se explica por una evolución positiva de los niveles promedio de la competitividad precio o competitividad coste, sino por los buenos resultados de las empresas que exportan regularmente, especialmente las grandes, cuyos niveles de productividad son mucho más elevados.

El estudio señala también la importancia negativa para la evolución de la productividad agregada de las empresas rezagadas: Por ejemplo, entre el 10% de las menos productivas, más del 40% sufre una situación financiera comprometida, al no tener rentabilidad suficiente para cubrir los costes financieros y casi un 15% de ellas son empresas zombis (alrededor de 4.000 empresas), pues permanecen vivas a pesar de ser económicamente inviables. Estas últimas concentran el 21,5% del empleo (90.000 trabajadores) de este grupo de menor productividad. La contribución a la productividad agregada de esas empresas es negativa y serán un lastre para la misma mientras no mejoren. “Si esto no se logra mediante algún remedio eficaz, sería beneficioso para la economía española que salieran del mercado”, afirman los autores.

Por el importante peso que tienen en el conjunto del tejido productivo, si se consiguiera impulsar la productividad de las empresas situadas en el 40% de las menos productivas, el efecto sería notable en la productividad de la economía española. De acuerdo con las estimaciones realizadas en la monografía, la productividad agregada de la economía aumentaría un 4,9% si las empresas rezagadas incrementasen la suya hasta el valor mediano de su sector. Por sectores de actividad, las mayores ganancias de productividad se darían en la energía y en los servicios (6,4% y 5,8%, respectivamente). En las manufacturas, el sector primario y la construcción, las ganancias de productividad se situarían entre el 3% y el 3,7%. En general, en los sectores más digitalizados es menos frecuente la mayor distancia a la frontera, por lo que el problema de productividad en las empresas rezagadas es menor y las ganancias de productividad potenciales (4,5%) son, por tanto, más reducidas que en las ramas menos digitalizadas (5,6%). En el sector productor de TIC la ganancia sería tan solo del 3,8%.

Junto a las empresas rezagadas que tienen una salud financiera más delicada, existen también otras compañías nuevas cuya productividad es baja debido a su juventud, pues aumenta conforme ganan experiencia, si al mismo tiempo mejoran sus capacidades, encuentran su lugar en el tejido productivo y consiguen operar a mayor escala. Estas empresas necesitan apoyo financiero, eliminación de barreras al crecimiento y menores trabas administrativas para acelerar esa transición y contribuir también a reforzar los niveles generales de productividad.

Recomendaciones para impulsar la productividad y competitividad

El análisis realizado en la monografía revela la importancia de plantear distintas políticas con enfoques específicos -regional, sectorial y microeconómico-, que permitan mejoras desagregadas capaces de generar, a su vez, avances en la productividad de la economía en su conjunto. Los autores del estudio proponen recomendaciones para lograr esa mejora:

  • En primer lugar, ampliar el número de empresas exportadoras regulares, incorporando pymes capaces de mantenerse en esos mercados por su especialización, productividad, costes y modelos de gestión. Para lograrlo, debería contarse con políticas de apoyo adecuadas y evolucionar hacia tamaños y organizaciones que refuercen su productividad y competitividad.
  • Una segunda línea de actuación es la mejora en la formación para facilitar el cambio del patrón de crecimiento. Adaptar el sistema educativo a las necesidades del mercado laboral, promoviendo la formación en habilidades STEM, así como en competencias digitales, verdes y de innovación, es una necesidad para un tejido productivo que empieza a padecer la escasez de ciertos perfiles profesionales.
  • En tercer lugar, destacan la relevancia de impulsar la inversión en activos intangibles y de aumentar el grado de digitalización de las actividades. Esa adaptación requiere liderazgo en las empresas, que solo puede provenir de sus recursos humanos más cualificados, tanto directivos como técnicos.
  • Otra propuesta consiste en ampliar las iniciativas y políticas públicas orientadas a favorecer la difusión de las buenas prácticas en todo el tejido productivo. La colaboración con empresas líderes en entornos próximos y la atracción de inversión extranjera directa con capacidad de arrastre mediante la generación de redes de proveedores locales son oportunidades que también se podrían aprovechar.
  • Las empresas eficientes y productivas existen en todos los sectores. Las políticas pro-productividad deben permitirles aumentar su dimensión y ganar cuota de mercado, reduciendo barreras administrativas, regulatorias o financieras. También es necesario que las políticas públicas proporcionen estímulos -y no frenos- al dinamismo empresarial favoreciendo tanto el crecimiento de empresas con potencial como la salida de las que no tienen futuro. Debería profundizarse y evaluarse la eficacia de algunas de las medidas ya adoptadas para que la salida de empresas sea lo menos traumática posible, como la ley de segunda oportunidad, facilitar los acuerdos para reestructuraciones de deuda y reducir las trabas administrativas, que en ocasiones suponga que sea más rentable mantener la empresa, aunque implique pérdidas continuas. También sería positivo que las empresas de nueva creación acelerasen su curva de aprendizaje para salir cuanto antes de las posiciones de reducida productividad.