Pareja de ancianos paseando por la calle. Envejecimiento de la población. Esenciales 07/2023.

ESENCIALES 07/2023: Dimensiones económicas de la longevidad

El envejecimiento de la población elevará la tasa de dependencia demográfica hasta el 53,7% en 2050 y harían falta más de 6 millones de afiliados adicionales para lograr el déficit cero en el sistema de pensiones contributivas

La transformación demográfica que está experimentando España, con el progresivo envejecimiento de la población y la llegada a la jubilación de la generación del baby-boom, afectará directamente al sistema de pensiones. Según las estimaciones basadas en proyecciones del INE y el INSS, el peso de las personas activas entre 16 y 64 años, ambos inclusive, caerá desde el 65% en 2022 hasta el 57% en 2050, mientras que la población mayor de 64 años aumentará desde el 20% en 2022 hasta el 30% del total. Esta evolución de la población traerá consigo una elevación significativa de la dependencia demográfica, es decir, el cociente entre el número de personas mayores de 64 años y el de personas en edad de trabajar. Esta tasa de dependencia demográfica pasará del 31% en 2022 hasta el 53,7% en 2050. Con estas perspectivas demográficas empeora la situación financiera de un sistema de pensiones ya en situación de déficit. Actualmente, para poder lograr el déficit cero harían falta unos 3,78 millones más de afiliados a la seguridad social, es decir, una cifra superior al total de personas desempleadas contabilizadas en diciembre de 2022. Con la evolución prevista en la demografía del país, en 2050 serían necesarios más de 6 millones de cotizantes adicionales para conseguir un sistema de pensiones sostenible financieramente, es decir, sin déficit.

 

6 noviembre, 2023

Para ampliar la información puede acceder a la monografía

Dimensiones económicas de la longevidad. Evidencia del caso español

El sistema de financiación de las pensiones contributivas en España es el de reparto, por lo que las pensiones de un año se pagan con los ingresos de ese mismo año. Uno de los principales inconvenientes del sistema es que están expuestas a las tensiones demográficas, es decir, a importantes aumentos del número de pensionistas sin un incremento en paralelo del número de cotizantes. Por lo tanto, funciona bien si hay una continua realimentación de los afiliados, suponiendo que se mantienen en los mismos niveles el resto de las variables, sobre todo las bases de cotización.

Sin embargo, el efecto de la demografía y la evolución de los distintos grupos de edad de la población sobre el sistema de pensiones español es muy importante, ya que determinará si habrá suficientes cotizantes para poder hacer que el sistema sea sostenible.

El dato más relevante para conocer la salud del sistema de pensiones de la Seguridad Social, dejando fuera el subsistema de clases pasivas (en general, pensiones de aquellos funcionarios que entraron antes de 2011), es el saldo contributivo. De forma abreviada, recoge, por un lado, los ingresos contributivos (sobre todo se nutre de las cotizaciones), sin incluir las transferencias que tienen como objetivo rebajar el déficit real de la Seguridad Social; y, por otra parte, los gastos contributivos, cuyo principal componente son las prestaciones contributivas (pensiones). Sin embargo, la Seguridad Social ofrece mensualmente el denominado saldo por operaciones no financieras, que se ha ido alejando del saldo contributivo, desde que la cada vez mayor diferencia entre prestaciones y cotizaciones obligó a utilizar las transferencias para financiar tanto los denominados “gastos impropios”, como parte del déficit existente. A partir de 2020 es cuando se empiezan a separar ambas series y, con el último dato disponible (junio 2023), el déficit anual por operaciones no financieras es de unos 3.600 millones, mientras que el déficit contributivo anual, con los datos de diciembre de 2022, es del 1,98% del PIB, que supone 26.300 millones de euros. Esta cantidad se puede presentar para mostrarla como la “deuda” por afiliado, o por pensionista. También se puede relacionar con el número de afiliados adicionales que serían necesarios para conseguir un déficit contributivo igual a cero. Suponiendo que entraran en el sistema con una base de cotización igual a la base promedio actual, en 2022 hubieran hecho falta unos 3.780.000 afiliados adicionales para lograr el déficit cero. Teniendo en cuenta que en diciembre de 2022 el número de parados-EPA era de 3.024.000, la conclusión es que sería necesario que además de que todos los parados pasaran a afiliados, habría que buscar entre la población en edad de trabajar, pero inactiva, unas 750.000 personas adicionales, lo que supone un 3,2% extra de la población activa. Por lo tanto, la solución para conseguir un déficit contributivo igual a cero es difícil de conseguir recurriendo a un aumento tan grande del número de afiliados.

La evolución del número de afiliados adicionales para conseguir un déficit cero entre 2011 y 2022 muestra que existe una relación entre el déficit contributivo (saldo contributivo cambiado de signo) y los afiliados adicionales. El máximo déficit se alcanzó en marzo de 2021, que suponía un número de afiliados adicionales de 4,8 millones. El paralelismo entre ambas funciones nos va a permitir utilizar esta relación para hacer estimaciones futuras.

Es difícil hacer proyecciones sobre lo que puede ocurrir en un sistema de pensiones, máxime en el caso español cuando está inmerso en varios periodos transitorios de diversas reformas. Sin embargo, según los datos de las proyecciones de población 2022-2072 del INE, determinados factores demográficos van a disminuir el peso del grupo de activos (entre 16 y 64 años, ambos inclusive), que pasará del 64,9% en 2022 a representar el 56,5% del total de la población en 2050. Por el contrario, el porcentaje de mayores de 64 años va a experimentar un importante crecimiento, ya que pasará del 20,1% en 2022 a suponer el 30,4% de la población en 2050.

Entre estos factores figura la próxima llegada de la generación del baby-boom a la edad de jubilación; el bajo número de nacimientos (a pesar de que va a experimentar un ligero aumento, al pasar de 336.000 en 2023 a 387.000 en 2050 y a 392.000 en 2070); las elevadas defunciones, superiores a los nacimientos en todo el periodo (432.000 en 2023, 596.000 en 2050 y 660.000 en 2070, por lo tanto con un crecimiento vegetativo negativo) y el aumento de la esperanza de vida (para los individuos de 67 años, pasará de 19,98 años en 2023 a 21,88 en 2050 y a 22,60 en 2070). La migración tampoco podrá compensar la necesidad de cotizantes, con un saldo migratorio esperado de 487.000 en 2023, que bajará hasta 250.000 en 2050 y subirá hasta 294.000 en 2070, según las mismas proyecciones del INE.

Todo esto trae consigo una elevación de la tasa de dependencia demográfica (definida como el cociente entre las personas de más de 64 años y la población entre 16 y 64), que pasará del 31% en 2022 al 53,7% en 2050, con un ligero descenso a partir de ese momento. Si comparamos el dato actual con el de 1971, que era del 15,9%, vemos que casi se ha duplicado. Por otro lado, el número de afiliados por pensionista ha crecido muy ligeramente entre 2012 (2,1) y 2022 (2,24), pero caerá hasta situarse en solo 1,35 afiliados por pensionista en 2050. Para llegar a esta estimación, se ha utilizado como número de pensionistas la proyección de la Seguridad Social, que lo cifra en 15 millones en 2050. Por su parte, se ha estimado un número de afiliados, para ese año, de 20.315.000 personas, un dato que procede de aplicar, con una tasa de paro del 7%, la misma proporción que había en 2022 entre afiliados y población de 16 a 64 años, que era del 67,96%.

Utilizando datos históricos de la relación entre población en edad de trabajar, población activa, afiliados y déficit sobre PIB de la Seguridad Social, se pueden proyectar los afiliados adicionales necesarios para alcanzar déficit cero en el futuro, así como el porcentaje que sobre la población activa supone la diferencia entre afiliados adicionales y parados. Esto último nos da una idea del esfuerzo que habría que hacer para captar nuevos afiliados de entre la población activa.

En la tabla 1 se realiza un análisis de sensibilidad de las dos variables comentadas ante cambios en la tasa de paro y en el déficit sobre PIB. En la primera fila se mantiene la situación a diciembre de 2022, con una tasa de paro del 12,87% y un déficit sobre PIB del 1,98%. En las siguientes filas se han ido modificando ambas variables. Se aprecia que el incremento del número de afiliados adicionales es muy sensible a las dos variables. El porcentaje adicional de población activa toma valor positivo cuando para alcanzar un déficit cero es necesario que además de todos los parados, haya que añadir más afiliados de entre la población en edad de trabajar que son inactivos.

El escenario central se puede situar con una tasa de paro del 7% y un déficit del 4%, de tal forma que en 2050 serían necesarios 6,38 millones de afiliados adicionales y, dado que el número de parados estimados sería de 1,58 millones, harían falta 4,8 millones más de afiliados adicionales que suponen un 21,33% de la población activa. En 2070 la situación mejora ligeramente, aunque en el escenario central harían falta 5,77 millones de afiliados adicionales. La magnitud de estas cifras nos da idea de la dificultad para conseguir un déficit cero mediante el incremento de cotizantes.

De forma resumida, el objetivo de este análisis no es el de determinar el déficit contributivo futuro de la Seguridad Social, sino aislar el efecto que puede tener la evolución de la población sobre el sistema de pensiones, utilizando como variable relevante el número de afiliados adicionales que tendrían que entrar en el sistema de pensiones. La situación de partida del sistema de pensiones es preocupante, pero las proyecciones de déficit futuro aún son peores. Hemos visto que, excepto en 2030, se necesitaría un número adicional de afiliados que incluso sería superior al número de parados.