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ESENCIALES Nº 1/2023: EQUIPAMIENTO DIGITAL EN ESPAÑA Y SU APROVECHAMIENTO

El 20,7% de las personas con estudios básicos cuyo empleo les permitiría teletrabajar tiene problemas para hacerlo porque su domicilio no está adecuado, el doble que quienes cuentan con titulación superior (9,4%)

Los equipamientos de los hogares españoles han aumentado sustancialmente a lo largo del último siglo. Las oleadas tecnológicas han facilitado la vida de las personas, gracias a los electrodomésticos y el automóvil en la segunda mitad del siglo XX, y han ampliado los servicios de comunicación y ocio, con la difusión masiva de equipos electrónicos a principios del siglo XXI. La rápida expansión de estos últimos -el 99,5% de los hogares españoles dispone de teléfono móvil, el 96,1% cuenta con conexión a Internet de banda ancha y alrededor del 83% tiene algún ordenador- ha sido muy importante para asimilar las consecuencias de la pandemia. Pero, pese a su práctica universalización, el aprovechamiento de los equipamientos digitales para acceder a Internet o teletrabajar está condicionado por el nivel de estudios y por los ingresos del hogar. El 20,7% de las personas con estudios básicos afirma no poder teletrabajar porque su domicilio no dispone de conexión a Internet, de mobiliario o del espacio necesario. Un porcentaje que duplica el de quienes cuentan con estudios superiores. Además, el 14,7% de las personas que viven en un hogar con bajos ingresos también encuentra esas limitaciones, casi el triple que las que residen en un hogar con ingresos elevados.

 

16 enero, 2023

El equipamiento de los hogares ha experimentado una evolución en el último siglo que refleja hasta qué punto el crecimiento económico y los avances tecnológicos han cambiado las condiciones de vida de las personas en nuestro país.

En las amplias mejoras acumuladas se diferencian tres grandes etapas. A mediados del siglo XX, en la mayoría de los hogares el equipamiento era escaso, limitándose al mobiliario, los textiles para el hogar y el menaje más elemental (equipamiento de 1ª generación). En cambio, a partir de 1960 muchos hogares empezaron a invertir en equipos con mayor contenido tecnológico, como los electrodomésticos y los automóviles (equipamiento de 2ª generación). Alcanzada la práctica universalización de buena parte de los electrodomésticos y una amplia penetración del automóvil a finales del siglo XX, comenzó la compra masiva de equipos digitales (equipamiento de 3ª generación).

Composición del equipamiento de los hogares por nivel tecnológico

Composición del equipamiento de los hogares por nivel tecnológico

La velocidad de penetración del teléfono móvil en los hogares hizo que su presencia pasara, en solo diez años, del 2,4% (1995) al 81% (2005). En la actualidad, el 99,5% de los hogares dispone de este dispositivo. El ritmo de implantación del ordenador personal fue más lento, con una primera fase de adquisición previa a Internet; en la actualidad posee ordenador un 82,9% de los hogares. El acceso a Internet fue posterior, pero más rápido que el del ordenador, despegándose a mediados de la última década del siglo XX y pasando del 25% en 2002 al 96,1% en la actualidad.

Más del 95% de los hogares está equipado hoy en día con frigorífico, televisor, lavadora, teléfono móvil y conexión a Internet. Del valor de los servicios del capital doméstico, el 31,3% corresponde al equipamiento de 1ª generación, el 58,3% al de 2ª generación y el 10,4% al equipamiento digital. Pese al enorme volumen de compras digitales recientes, el valor de la inversión acumulada en equipamiento digital se mantiene contenido por sus frecuentes bajadas de precios. Gracias a ello el acceso a los servicios de estos equipamientos es muy amplio y su uso ha sido muy importante durante la pandemia para paliar sus consecuencias y permitir el teletrabajo.

Que buena parte del equipamiento doméstico se haya generalizado implica que las diferencias entre hogares en el empleo de sus servicios se han reducido, pero no han desaparecido por completo: siguen existiendo diferencias en los equipos, su calidad y su aprovechamiento. El nivel de ingresos y estudios de los miembros del hogar explican buena parte de estas diferencias.

En concreto, los niveles de estudios y de ingresos más bajos acompañan con más frecuencia a las limitaciones que padecen quienes podrían teletrabajar pero no lo hacen porque sus domicilios no están adecuados para ello. La falta de conexión a Internet, de espacio o mobiliario apropiado figuran entre las causas, según la encuesta del INE sobre equipamiento y uso de las tecnologías de información y comunicación en los hogares. Cuanto menor es el nivel de estudios alcanzado o el nivel de ingresos del hogar, mayor es el porcentaje de personas que afirma tener estas limitaciones para teletrabajar. Un 20,7% de los que tienen estudios básicos las padece, una cifra que dobla la de los que cuentan con estudios superiores (9,4%).

Además, un 14,7% de los individuos que residen en un hogar con bajo nivel de ingresos también asegura tener esas dificultades para trabajar desde su casa, casi el triple que los que viven en un hogar con ingresos elevados (5,7%).

Personas cuyo domicilio no está adecuado para el teletrabajo aunque su trabajo le permitiría teletrabajar, por niveles de ingresos y de estudios. España, 2021. Porcentaje

Personas cuyo domicilio no está adecuado para el teletrabajo aunque su trabajo le permitiría teletrabajar, por niveles de ingresos y de estudios. España, 2021. Porcentaje

A pesar de la generalización de los equipamientos, los niveles de ingresos también están relacionados con la disponibilidad de ordenador. Solo un 61,1% de los hogares con bajos niveles de ingresos cuenta con él, frente al 97,8% de los hogares de más renta. Las diferencias se observan en menor medida en la conexión a Internet, pero existen: pese al avance de 10 puntos porcentuales desde antes de la pandemia, solo el 89,1% de los hogares con menores niveles de ingresos dispone de conexión, mientras los de mayor capacidad económica la poseen prácticamente todos (99,6%).

El carácter multiuso de los dispositivos digitales permite un aprovechamiento variado de los mismos para desarrollar actividades de ocio, consumo o producción desde el hogar.

El ordenador, la tableta o el móvil, conectados a Internet, permiten el comercio electrónico y el teletrabajo. Sin embargo, aunque el equipamiento de los hogares esté casi generalizado, se observan diferencias en la frecuencia de uso de Internet según nivel de ingresos y estudios. En este sentido, mientras el 80,6% de las personas con menores niveles de ingresos utiliza Internet a diario, la cifra se eleva al 96,8% entre los de mayor nivel de renta (una diferencia de 16,2 puntos porcentuales). Por nivel educativo, mientras un 74,9% de las personas con estudios básicos usan a diario Internet, entre los titulados superiores el porcentaje alcanza el 96,1%, 21,2 puntos porcentuales más.

Equipamiento TIC en los hogares por niveles de ingresos mensuales netos del hogar. España, 2019 y 2022. Porcentaje

Equipamiento TIC en los hogares por niveles de ingresos mensuales netos del hogar. España, 2019 y 2022. Porcentaje

Personas que usan Internet a diario, por niveles de ingresos y de estudios. España, 2022. Porcentaje

Personas que usan Internet a diario, por niveles de ingresos y de estudios. España, 2022. Porcentaje

En conclusión, las amplias dotaciones de equipamiento digital de los hogares españoles dan acceso para poder aprovechar las oportunidades que estas tecnologías ofrecen, pero se observan importantes diferencias en función del nivel de estudios y renta de las personas. Disponer de equipamientos digitales es una condición necesaria para su aprovechamiento, pero ese aprovechamiento también depende del uso que se haga de los mismos y este es más intenso cuanto mayor es el nivel de estudios. Las instituciones responsables de la formación reglada y a lo largo de la vida deben tener presente que la educación es fundamental para garantizar las mismas oportunidades a todas personas.

Para ampliar esta información puede consultarse la monografía: El equipamiento de los hogares y las dotaciones de capital de las familias en el siglo XXI (Fundación BBVA, 2022).