ESENCIALES Nº 19: INTEGRACIÓN COMERCIAL
España eleva el peso de las exportaciones de bienes en el PIB un 53% en cinco años hasta igualar la media mundial
La crisis económica internacional provocó un deterioro de los flujos comerciales con especial incidencia en 2009, cuando el comercio mundial se redujo en más de un 25% y en algunos países como España, en más de un 30%. Sin embargo, desde entonces, teniendo en cuenta el peso relativo de cada país en el comercio mundial, nuestro país ha aumentado un 53% su cifra de exportaciones de bienes en relación al PIB, hasta representar el 21,6%, el mejor dato nunca registrado, con el que se consigue igualar la media mundial. Pese a esta rápida recuperación, España concentra sus relaciones comerciales en menos economías y en una proporción diferente a la que le correspondería por el peso económico de cada economía.
14 septiembre, 2017
Los esfuerzos para medir la integración económica internacional se centran en determinar el peso del comercio en la producción de bienes y servicios de cada país. El grado de apertura es el indicador más frecuentemente utilizado y mide, por separado o en conjunto, las exportaciones y las importaciones en relación al PIB. Un reducido volumen de importaciones es indicador de la existencia de barreras comerciales, mientras que las exportaciones miden la orientación de las economías a los mercados exteriores y la capacidad de un país de competir en ellos.
Si bien la definición habitual del grado de apertura es la apuntada en el párrafo anterior, tiene la limitación de no tener en cuenta que cuanto mayor es una economía, menos depende del exterior para abastecerse (por lo que sus importaciones son menores) y más parte de su producción se consume internamente (por lo que sus exportaciones también son menores). En consecuencia, el grado de apertura así medido, sin tener en cuenta el tamaño del país, está sesgado a la baja. Por tanto, es conveniente construir un indicador ‘corregido’ que tenga en cuenta el peso relativo de cada país en la economía mundial, para que pueda compararse la apertura externa de países de distintos tamaños en igualdad de condiciones.
Utilizando este indicador, el grado de apertura corregido mundial para exportaciones alcanzó su punto álgido en 2008, con un 23,2%, pero cayó más de cuatro puntos con la gran recesión de 2009, hasta el 19%. Desde entonces, se ha producido una cierta recuperación, pero no se ha vuelto a alcanzar el nivel de 2008.
En España, el grado de apertura corregido para las exportaciones también sufrió una caída en 2009, hasta quedar en un nivel del 14,2%. Sin embargo, la recuperación ha sido mucho más rápida que en el conjunto mundial. En 2014 (último dato disponible), el indicador corregido alcanzó el 21,6%, el valor más alto registrado, tras crecer un 53% desde 2009. Esta evolución ha permitido igualar la media mundial del 21,8% y superar a países como Reino Unido, Estados Unidos y China. No obstante, aún se encuentra a gran distancia de los niveles de apertura en exportaciones de otros países de referencia como Alemania o Italia.
Si en exportaciones España se encuentra en torno a la media mundial, su grado de apertura corregido en importaciones, es decir el peso de las mismas en el PIB teniendo en cuenta el tamaño del país, se sitúa por encima de la media (25,8%, frente a 22,7%). También en este caso la recuperación ha sido sobresaliente desde 2009, cuando se descendió hasta el 19,6%.
Coexisten países donde el grado de apertura corregido en exportaciones es mayor que en importaciones, con otros donde ocurre justo lo contrario. Así, en el caso de las grandes economías, en Estados Unidos, Reino Unido y Francia la apertura en importaciones es mayor que en exportaciones, mientras que en China, Alemania e Italia la relación es la contraria.
La distribución geográfica de los flujos comerciales es otro índice del desarrollo del comercio internacional de un país. La Fundación BBVA y el Ivie han desarrollado un indicador que mide el grado de conexión de un país con todos aquellos con los que puede mantener relaciones comerciales a partir de la correspondencia entre el volumen de comercio real con cada país y el alcanzable de no haber barreras al comercio de ningún tipo. Así, en ausencia de trabas al comercio, el volumen de las relaciones comerciales de un país con otros debería ser proporcional al peso económico de estos segundos, de forma que se exportaría (e importaría) más a las economías más grandes, independientemente de su proximidad geográfica, cultural, etc.
El grado de conexión con los destinatarios de las exportaciones se sitúa en España en el 46%, frente al 69% de la media mundial
En el periodo analizado, el grado de conexión mundial para las exportaciones ha variado en mucha menor medida que el de apertura. Así, mientras que la apertura ha seguido una clara pauta creciente, al margen de que siga en cotas bajas, la conexión, aun siendo elevada, parece estancada desde inicios del siglo XXI. Por países se observa una alta heterogeneidad. Mientras en China o Reino Unido el grado de conexión de exportaciones supera el 70%, en otras economías como la española no alcanza el 50%, porque las relaciones comerciales están concentradas en menos economías y en un porcentaje distinto del nivel que le correspondería por su peso económico. Francia, Alemania, Italia y Reino Unido concentran más del 40% de las ventas de España a los mercados internacionales. En lo que llevamos de siglo, la conexión con los mercados de destino de las exportaciones españolas ha pasado del 39,9% en 2000 al 46,4% de 2014, un porcentaje todavía muy inferior al 69,5% de la media del comercio mundial. La distancia con otros países de referencia y consolidados en los mercados exteriores, como Alemania (68,3%) o Italia (62,1%) es muy relevante en este aspecto.
La combinación de los indicadores de apertura corregida y conexión permite construir un índice compuesto para medir el grado de integración económica internacional. Este indicador combina la apertura con el número de relaciones que se establecen y la dimensión de éstas. Así pues, este indicador permite cuantificar hasta qué punto la economía mundial, o una economía particular, está integrada, y evaluar cuál ha sido la importancia de la apertura o la conexión para la integración de cada economía.
El grado de integración mundial es, en general, creciente a lo largo de todo el período considerado. Ha habido un ascenso constante y moderado para las exportaciones, desde el 33,7% en 2000 hasta el 36,8% en 2014. Solo se aprecia cierta ralentización en los periodos de crisis que tuvieron lugar al inicio del presente siglo (2000 y 2003), tras la caída de las ciberempresas, y una caída entre 2008 y 2009 con la gran depresión. Sin embargo, pese a la pronta recuperación de los niveles de integración desde 2010, desde el lado de las exportaciones no se han superado los niveles de 2008 (37,1%).
El grado de integración comercial de España es un 14% inferior a la media mundial y menor que el de las principales economías europeas
En España, el grado de integración se mantuvo estable hasta la ruptura de 2009, pero desde esa fecha ha mantenido una tendencia creciente hasta 2014 (31,7%) que le ha permitido recortar distancias con la media mundial (36,8%) y con los países de su entorno. No obstante, es un 14% inferior a la media mundial y se encuentra por debajo de los niveles de integración de las principales economías europeas, sobre todo de Alemania que presenta un grado de integración del 52%.
El camino que queda por recorrer antes de alcanzar el escenario en el que las barreras al comercio internacional han desaparecido es considerable, siendo múltiples los factores limitadores: la distancia, la consideración de los flujos comerciales de servicios, la importancia de la especialización, etc. España, aunque ha mejorado su posición en la última década, está todavía lejos de alcanzar un grado de integración internacional pleno, como consecuencia de su excesiva concentración en sus relaciones comerciales con las economías europeas, donde la recuperación económica avanza pero a menor ritmo que en otras áreas geográficas, y así su capacidad de compra en los mercados internacionales.
Por tanto, resulta recomendable redoblar los esfuerzos que conduzcan a una intensificación de las relaciones comerciales con países geográficamente más alejados y con los que puedan existir acuerdos comerciales. El mayor crecimiento económico mostrado por países lejanos y con un peso notable en la economía mundial, y cuya sincronización con el ciclo económico español es menor, facilitaría no solo una mejora generalizada en nuestros indicadores de integración internacional, sino también una mayor inmunidad de la economía ante crisis económicas y financieras muy focalizadas.
Para ampliar esta información puede consultarse: ‘La medición de la integración comercial en una economía globalizada’ (Fundación BBVA, 2010) y ‘Crecimiento y competitividad: los desafíos de un desarrollo inteligente’ (Fundación BBVA, 2014).