Estudio de Opinión Pública sobre Universitarios en España
La mayoría de los universitarios elige su carrera por vocación, se muestra satisfecha con sus estudios y su centro educativo, y cree que podrá encontrar trabajo en un puesto afín a su formación
La mayoría de los jóvenes universitarios españoles afirma que, a la hora de elegir carrera, su principal motivación fue vocacional, por encima de razones prácticas como las mejores salidas laborales, y cree que podrá encontrar trabajo en un puesto afín a su formación. Al mismo tiempo, la mayor parte de los estudiantes muestra niveles altos de satisfacción general con respecto a sus planes de estudio, sus centros educativos y sus profesores.
4 septiembre, 2023
Así lo refleja el Estudio sobre Universitarios en España de la Fundación BBVA que examina los valores, actitudes y comportamientos de este segmento de la sociedad sobre un amplio abanico de dimensiones tanto de su vida académica como de la personal. Sin embargo, en este marco global de satisfacción, hay dos cuestiones significativas sobre las que los universitarios presentan algunas reservas: en el ámbito de la inserción laboral y en el de la investigación. Si bien las expectativas de formación están satisfechas en gran medida por el modelo de enseñanza actual, se manifiestan dudas significativas sobre el valor de esos conocimientos y habilidades para la inserción laboral. De todos los servicios y recursos evaluados, el que divide en mayor medida las opiniones se refiere a los servicios de orientación laboral y la bolsa de trabajo, así como al débil estímulo y guía del profesorado para acercar a los estudiantes al mundo laboral. Respecto a la faceta investigadora, aunque los estudiantes perciben mayoritariamente que es una función fundamental de la universidad y que deberían aprender a llevarla cabo durante la etapa de su formación universitaria, su participación en proyectos de investigación es claramente minoritaria (menos del 20%), y la mayoría considera que la carrera investigadora requiere de demasiado esfuerzo, no está bien remunerada y carece de apoyo por parte del Estado.
Con respecto a su situación económica actual, los resultados muestran que la mayoría de los universitarios no están independizados ni familiar ni económicamente. Siete de cada diez viven en casa de sus padres, sólo un tercio tiene un trabajo remunerado y la mayoría depende de la ayuda familiar para sufragar sus gastos generales. En cuanto a sus planes de futuro, es bastante similar el porcentaje que desea seguir estudiando y el que desea trabajar (tres de cada diez planean hacer ambas cosas) y son mayoría los universitarios que desean formar una pareja estable en algún momento de su vida, institucionalizar dicha pareja a través del matrimonio (ya sea civil o religioso) y tener hijos.
Además, el estudio de la Fundación BBVA permite trazar un perfil de los universitarios españoles con respecto a sus intereses, valores, creencias, y vinculación con la esfera pública: la mayoría expresa un alto nivel de confianza en los grandes pilares culturales e institucionales de la vida moderna – medicina, ciencia, tecnología, el estado de derecho, la democracia y el mercado–; se auto-ubica ideológicamente cerca del centro; no es religiosa; se informa principalmente a través de las redes sociales; acepta ampliamente cuestiones que en el pasado fueron objeto de controversia moral y fuertes restricciones legales como el matrimonio entre homosexuales, la eutanasia y el aborto; y le preocupa el cambio climático, al considerar que es un problema provocado por la actividad humana al que se le está dando menos importancia de la que tiene.
Conocer el mapa de valores y predisposiciones de los estudiantes universitarios en el contexto actual, marcado por factores disruptivos como el acelerado cambio científico-tecnológico, la crisis medioambiental, la reemergencia de regímenes autoritarios, el alza de movimientos populistas y anti-sistema, además de su interés en sí mismo por ser un amplio colectivo en el que se expresan tempranamente los cambios de valores del conjunto de la sociedad, es un elemento que permite anticipar algunos de los rasgos culturales de los futuros grupos profesionales.
El estudio ofrece algunos trazos de la evolución temporal de una selección de los principales indicadores, con datos de estudios anteriores. Además, presenta una visión diferenciada de los perfiles culturales de los universitarios atendiendo a las distintas áreas de conocimiento (humanidades, ciencias sociales y jurídicas, ciencias experimentales, ciencias de la salud, carreras de ingeniería y técnicas), así como a la naturaleza de la institución universitaria en la que se cursan los estudios (pública-privada).
El diseño del cuestionario y el análisis de los datos los ha realizado el Departamento de Estudios Sociales y Opinión Pública de la Fundación BBVA; el trabajo de campo, que contiene una muestra de 3.430 casos, lo realizó Imop Insights entre febrero y mayo de 2023.
Motivos de elección de estudios: vocación por encima de salida laboral (D 12 a 18)*
Al elegir la carrera, la mayoría de los universitarios asegura que su principal motivación se debe a factores vocacionales, con respuestas como “era la que más me gustaba” (33%) o “la que más se ajustaba a mi vocación” (29%). En segundo plano aparecen factores instrumentales, como una mejor salida laboral (14%) y la mayor afinidad entre los estudios y las competencias del estudiante (14%). Diferenciando por rama de estudio, la motivación vocacional se muestra prioritaria en ciencias de la salud y experimentales, mientras que la inserción laboral tiene un mayor peso entre estudiantes de ciencias económicas y jurídicas.
En ese proceso de elección, el interés por los contenidos es el aspecto que más se ha valorado (7.9 en una escala de 0 a 10). Otros factores como las posibilidades de encontrar trabajo (7,3), de ayudar a la sociedad (6,9), de mejorar su formación cultural (6,8), así como de ganar dinero (6,7) y el prestigio de los estudios (5,9) han operado también en el proceso de elección.
A lo largo del tiempo se observa una relativa estabilidad en la importancia atribuida a los diferentes factores en este proceso, pero desde 2010 aumenta relativamente la importancia adjudicada a la posibilidad de ayudar a la sociedad y disminuye ligeramente la otorgada a la mejora de la formación cultural.
En cuanto al momento en el que se tomó la decisión, la gran mayoría (71%) afirma haberlo hecho durante sus estudios secundarios. La mayoría reconoce también una cierta influencia en la elección de los consejos de sus progenitores (media de 5,4 en una escala de 0 a 10, donde 0 significa que no influyeron en absoluto y 10 significa que influyeron muchísimo), mientras que los amigos y profesores de secundaria (3,8 en ambos casos), así como las redes sociales (2,7) y personalidades famosas (2,5), han tenido un papel modesto.
La mayoría de los estudiantes manifiesta que ha realizado un proceso de consulta y análisis antes de decidirse por su carrera: el 70% consultó además el programa de otras carreras, y más de la mitad comparó los programas en diferentes universidades o habló con estudiantes de esos estudios y con profesionales vinculados a los mismos.
Con respecto a la elección del centro, el plan de estudios es también el aspecto que más peso tuvo para la mayoría de los universitarios (6,0 en una escala de 0 a 10), seguido de las oportunidades profesionales (5,9), la cercanía al domicilio (5,9) y el prestigio de la universidad (5,6). La evolución de las motivaciones en este proceso también se mantiene relativamente estable, si bien crece respecto a 2010 la importancia atribuida al plan de estudios mientras que disminuye la otorgada a la cercanía.
Amplia satisfacción con la carrera, la universidad y los profesores (D 19 a 27)
La gran mayoría de encuestados está muy satisfecha con respecto a su grado o posgrado (7,2 en una escala de 0 a 10). Este nivel medio de satisfacción ha experimentado un crecimiento desde el inicio de la serie hace dos décadas, pasando del 6,8 en 2003 al 7,2 en 2023.
El alto nivel de satisfacción declarada con la carrera redunda en que la mayoría (71%) declara que, si pudiera volver atrás en el tiempo, volvería a elegir los mismos estudios. Este sentimiento se acentúa entre los estudiantes de ciencias de la salud, seguidos de los de ingenierías y otras ciencias sociales.
Preguntados por distintos aspectos de los estudios, la mayor valoración se da a la formación teórica (6,6 en una escala de 0 a 10), seguida por la facilidad de contacto con el profesorado (6,7), la formación en cultura general (6,3), la atención personal de los profesores (6,2), la oferta de becas y ayudas (6,0) y la formación práctica (6,0). Aunque positiva (5,4), la valoración del coste de la matricula presenta mayor división. La alta satisfacción general se acentúa aún más entre los estudiantes de centros privados, excepto con respecto al coste de la matrícula, que es el único aspecto que obtiene una valoración media negativa (4,4).
El grado de satisfacción con los profesores también es muy alto, no solo con respecto a sus competencias sustantivas sino a su capacidad pedagógica. La mayoría considera que son buenos investigadores en su materia (media de 7,1 en una escala de acuerdo de cero a diez), que tienen prestigio en su especialidad (7,0), están al tanto de los últimos desarrollos en su campo de especialización (6,9) y son accesibles para resolver dudas o dar consejos (6,8). Las opiniones son también mayoritariamente positivas, aunque están más divididas, con respecto a cómo diseñan los exámenes (5,3) y estimulan la investigación entre los estudiantes (5,2), mientras que es negativa cuando se les pregunta sobre la capacidad que tienen para poner en contacto a estos con la empresa (4,1).
Con respecto a la satisfacción con el centro universitario, se muestra también en niveles generales altos y con una evolución estable a lo largo de la serie temporal del estudio (5,9 en 2003 frente a 6,3 en 2023 en la escala de 0 a 10).
Al ser preguntados por diferentes facetas de la infraestructura y servicios de la universidad, destacan en la valoración positiva los libros y materiales de la biblioteca (7,5), así como la cantidad y calidad de los recursos digitales disponibles para el estudio (7,0); en el extremo contrario, los índices más bajos de satisfacción se refieren a la bolsa de trabajo y los servicios de orientación profesional, que obtienen un nivel de 5,5 (en una escala de cero a diez).
Los estudiantes de centros privados valoran más positivamente todos los aspectos de su universidad, dibujándose una mayor distancia respecto a los de centros públicos en la valoración de la bolsa de trabajo, la disponibilidad de ordenadores y los recursos para las clases prácticas.
A pesar de estos elevados niveles de satisfacción, el sentimiento de identificación con la propia universidad es bastante bajo y la mayoría declara una actitud de desapego institucional. Los estudiantes de centros privados aparecen divididos entre los dos extremos de desapego y de identificación (identificación 15 puntos más alta que la de los estudiantes de universidades públicas).
Altas expectativas sobre la calidad de la formación, con reservas sobre los resultados en el ámbito de la inserción laboral (D 28 y 29)
Las expectativas sobre la calidad de la formación son altas y las cuatro funciones deseables de enseñanza planteadas en el estudio (pensar autónomamente, habilidades para la inserción laboral, habilidades generales de comunicación y habilidades para investigar) obtienen una puntuación por encima del 7,7 (en una escala de cero a y diez), es decir, los estudiantes consideran que todas ellas deben ser objetivos o funciones deseables de la enseñanza universitaria.
Si bien la mayoría considera que la formación actual tiende a satisfacer estas dimensiones de la enseñanza, la mayor distancia entre objetivos y consecución se da en la faceta de adquisición de los conocimientos y habilidades necesarios para la inserción laboral (8,4 de expectativa frente a 5,5 de adecuación a la realidad).
Atendiendo a la rama de estudio, la enseñanza de pensamiento autónomo resulta mejor valorada por los estudiantes de ingenierías y ciencias experimentales, las habilidades para la investigación entre los de ciencias experimentales, las de comunicación entre los de ciencias de la salud, ciencias sociales y humanidades y los conocimientos para la inserción laboral entre los de salud e ingenierías.
Autopercepción de los estudiantes: la universidad como un capital diferencial que otorga prestigio y recursos para desenvolverse en la vida (D 30 y 31)
El paso por la universidad es percibido como un capital diferencial que dota a los estudiantes de prestigio (6,0 en una escala de acuerdo de 0 a 10), de un modo de ver la vida diferente al resto (6,1), mayor posibilidad de desenvolverse en la vida (5,4) y como palanca para alcanzar una buena posición económica (5,9).
Los estudiantes asocian diferentes atributos a los varios ámbitos del conocimiento en los que la universidad organiza sus enseñanzas e investigación. Los estudiantes de ciencias de la salud son percibidos por el conjunto de los estudiantes como los de mayor prestigio y esfuerzo, los de ingeniería y arquitectura se asocian con el esfuerzo, las salidas laborales y la mejor preparación para el siglo XXI, y los de artes-humanidades y ciencias sociales-jurídicas con la cultura general.
La investigación: una faceta fundamental de la vida universitaria con escasa participación de los estudiantes (D 32 a 34)
La amplia mayoría de los estudiantes considera que la producción de conocimiento nuevo a través de la investigación es una función esencial de la universidad (media de 7,8 en una escala de acuerdo de 0 a 10) y que los universitarios deben aprender a investigar durante sus estudios (7,7). Sin embargo, la familiaridad con la investigación es modesta (sólo un 41% conoce algún programa o proyecto de su facultad) y la participación en algún proyecto muy minoritaria (menos del 20%).
Los estudiantes de ciencias experimentales son quienes están familiarizados en mayor medida con algún proyecto en curso, seguidos de los de ciencias de la salud e ingenierías, y en el extremo de baja familiaridad se sitúan los de ciencias jurídicas y económicas. La participación es mayor entre los de ciencias de la salud, seguidos de los de ciencias experimentales.
Aunque la carrera de investigador se percibe como prestigiosa (media de 5,9 en escala de acuerdo de 0 a 10), la mayoría cree que exige mucho esfuerzo (6,4), que los salarios no son atractivos (6,9) y que el Estado no apoya a los investigadores (4,2). La función de la investigación no queda circunscrita a la universidad, percibiéndose por parte de los estudiantes que las empresas necesitan cada vez más de la misma (7,0).
Hábitos de estudio: más de 30 horas semanales de dedicación académica (D 35 a 37)
Los universitarios dedican una media de algo más de 30 horas semanales a la asistencia a clases y el estudio. Las horas dedicadas al estudio personal difieren significativamente entre áreas de conocimiento, siendo más altas (por encima de 36) entre los estudiantes de ingenierías, ciencias experimentales y ciencias de la salud, y menor (por debajo de 30) entre los de ciencias sociales.
Los estudiantes de centros privados estudian de media la misma cantidad de horas que los de centros públicos, pero dedican más horas a la asistencia a clase.
Con independencia de la carga horaria, la forma de estudio es heterogénea. Mientras que uno de cada cuatro estudia con regularidad, el resto tiende a estudiar de manera intermitente o a concentrar el estudio en los días previos a los exámenes. Los estudiantes de ingeniería y arquitectura son los que presentan una pauta más regular de estudio, mientras que los de ciencias sociales los que menos.
Los materiales más utilizados para el estudio son los apuntes y los materiales de clase, seguidos de los manuales. Libros, artículos, grabaciones, vídeos y podcasts tienen una presencia claramente más baja.
Situación económica de los estudiantes: dependencia de los padres (D 41 a 42)
La mayoría (70%) de los universitarios sigue viviendo en casa de sus padres y del 30% que vive fuera de ella, la inmensa mayoría dependen económicamente de sus progenitores, ya sea total (52%) o parcialmente (40%), mientras que sólo un 8% se declaran totalmente independientes. Los que continúan viviendo en el domicilio familiar creen que no podrán emanciparse, de media, hasta casi los 27 años.
La independencia familiar está vinculada con la independencia económica: sólo un tercio de los estudiantes universitarios tiene un trabajo remunerado. Por tanto, para sufragar sus gastos, casi la mitad depende de la ayuda de la familia y el resto se distribuye entre el trabajo, ahorros o becas.
Planes de futuro sobre la vida profesional, académica y personal (D 43 a 50)
Con respecto a sus planes de futuro, el 64% de los estudiantes piensa trabajar al acabar la carrera, mientras que el 58% planea seguir estudiando: un 34% proyecta sólo trabajar, un 28% únicamente estudiar y un 30% cree que compatibilizará ambas actividades. Entre los que van a seguir estudiando, la mayoría piensa hacer un máster. En el grupo mayoritario de los que piensan trabajar, un 31% quisiera hacerlo en el sector o la administración pública en España.
Estos planes están fuertemente asociados a la rama de estudio y, en menor medida, al tipo de universidad. Los estudiantes de humanidades son los que en mayor medida piensan seguir estudiando, frente a los de ingeniería, ciencias económicas y ciencias de la salud, que piensan en mayor medida trabajar.
En cuanto al sector de actividad en el que prevén desempeñar su trabajo, los universitarios aparecen divididos entre quienes proyectan trabajar en el sector público español (destacando los estudiantes de la universidad pública, que lo eligen en un 34%, frente al 20% de la los que estudian en universidad privada) y quienes desean hacerlo en el sector privado nacional (21% entre los estudiantes de centros públicos, 26% entre los de centros privados). Entre quienes se inclinan por alguna empresa u organización privada, las nacionales son preferidas sobre las multinacionales. Por su parte, un 13% de los cursan estudios en la universidad privada afirma que le gustaría trabajar por su cuenta, mientras que se reduce casi a la mitad entre quienes estudian en la universidad pública.
Las prioridades a la hora de elegir un empleo aparecen vinculadas en mayor medida a los ingresos, a la posibilidad de conciliar la vida familiar con la laboral y a las oportunidades de desarrollo profesional. En un segundo plano, se sitúan características como la estabilidad, la utilidad o creatividad del trabajo a desarrollar.
Los universitarios españoles se muestran muy optimistas respecto a la posibilidad de buscar y encontrar un trabajo afín a su carrera al acabar sus estudios. En una escala de 0 a 10, donde 0 indica “nada probable” y 10 “muy probable”, la media en el conjunto de los estudiantes es de 7,5, que sube hasta 8,1 entre los estudiantes de ciencias de la salud e ingenierías y baja a 6,4 entre los de humanidades. Quienes cursan estudios en universidades privadas se muestran más optimistas respecto al horizonte laboral (8,0, frente a 7,3 en los centros públicos).
La inmensa mayoría de los universitarios desea formar una pareja estable en algún momento de su vida (media de 8,1 en una escala de 0 a 10), y la mayoría expresa también la aspiración de tener hijos (5,9) e institucionalizar la pareja a través del matrimonio (6,0).
Intereses, seguimiento de actualidad y actividades de ocio (D 52 a 56)
El mapa de intereses de los universitarios se mueve en un espectro de áreas muy extenso, desde la cultura (7,6 en una escala de 0 a 10) a la salud (7,0) y el medio ambiente (6,3). En un nivel medio de interés se sitúa la economía (5,6), la literatura (5,4) y la política (5,4), mientras que es menor el interés por las artes plásticas (4,6), el teatro (4,5) y la música clásica (4,0).
En cuanto al seguimiento de la actualidad, las redes sociales destacan claramente como el canal principal de los universitarios (el 62% afirma que es el medio que más utiliza para informarse), seguido a mucha distancia de la televisión (13%), los periódicos digitales que tienen versión impresa (10%), los periódicos exclusivamente digitales (4%) y la radio (3%). Entre los estudiantes universitarios, el hábito de lectura de prensa ha caído significativamente en la última década: mientras que en 2010 un 40% leía a diario la prensa, ahora este porcentaje se reduce a un 9%.
Respecto a las actividades de ocio, la amplia mayoría (85%) ha ido de excursión a la naturaleza en los últimos 6 meses, y también de forma mayoritaria han asistido a conciertos de música pop o rock (66%), a eventos deportivos (62%) y a museos o exposiciones de arte (61%). La asistencia a un museo de ciencia y tecnología es más baja (42%), y son actividades minoritarias la asistencia a una obra de teatro (33%) o un concierto de música clásica (16%).
Vínculo limitado con la esfera pública (D 56 a 60, 63-64)
El vínculo de los universitarios españoles con la esfera pública es limitado. Tan solo el 21% afirma ser miembro de alguna asociación fuera del entorno universitario, siendo aún más baja (12%) la pertenencia a alguna asociación universitaria. Este perfil se mantiene desde hace al menos una década.
La participación en el ámbito universitario se centra básicamente en votar en las elecciones a representantes estudiantiles (43%), seguida de participar en manifestaciones (23%). Los universitarios perciben que tienen cierta capacidad de influencia en las decisiones que afectan a su universidad (54%) frente a un tercio que cree tener poca capacidad de influir en ese ámbito, un sentimiento de eficacia personal mayor entre los estudiantes de universidades privadas.
Fuera del ámbito universitario, las acciones de mayor frecuencia relativa son la colaboración en campañas de recogida de firmas (42%), publicar o compartir contenido en internet (38%) y boicotear algún producto por motivos políticos, éticos o medioambientales (33%). La participación en manifestaciones es la actividad que presenta una mayor diferencia entre los estudiantes de universidades públicas (31%) y los de universidades privadas (19%).
Al mismo tiempo, el vínculo con la esfera pública es diverso en el conjunto de los universitarios y entre ramas de conocimiento. Los de artes-humanidades, experimentales y ciencias sociales participan más activamente, frente a los de ingeniería y ciencias económicas, cuya participación es más acotada.
Auto-ubicación ideológica: desplazamiento hacia el centro (D 61 y 62)
En cuanto a la auto-ubicación ideológica, en una escala en la que el 0 indica el extremo de la izquierda y 10 el de la derecha, el valor medio de los universitarios españoles se sitúa cercano al centro (4,8). Los estudiantes de ciencias experimentales y, especialmente, los de artes y humanidades se sitúan más hacia la izquierda, con un 4,2 y un 3,7 respectivamente. Por su parte, los estudiantes de ciencias económicas y jurídicas se sitúan por encima del punto medio, desplazándose más a la derecha, con un 5,7 y un 5,4 respectivamente.
Al mismo tiempo, los universitarios de centros privados se distinguen claramente de los de los centros públicos, con medias de 5,8 y 4,6 respectivamente.
En términos de serie temporal, se observa un desplazamiento hacia el centro (media de 4,1 en 2006, 4,6 en 2010 y 4,8 en 2023).
Alto nivel de confianza en los grandes pilares culturales e institucionales de la vida moderna (D 65 a 69)
De entre el abanico de elementos centrales de una sociedad avanzada, los relacionadas con el conocimiento, la medicina, la ciencia y la tecnología se sitúan en la parte más alta del mapa de confianza de los universitarios (valores medios de 8,1, 7,9 y 7,5, respectivamente, en una escala de 0 a 10). Los propios del ámbito institucional, el estado de derecho y la democracia suscitan un nivel medio-alto de confianza (6,2 y 5,9), junto con el mercado (5,4), mientras que, como contraste, la religión se sitúa por debajo del umbral de confianza (3,3).
Al mismo tiempo, la institución en la que desarrollan su formación, la universidad, es la que inspira mayor confianza (6,1). Le siguen los Tribunales de Justicia (5,6), las ONGs (5,6), las Naciones Unidas (5,4) y la Comisión Europea (5,2). Por debajo del punto medio de confianza se sitúan una lista de instituciones en cuyo extremo inferior se colocan el Gobierno de España (3,7), los bancos (3,6), la Iglesia católica (2,8) y los partidos políticos (2,8).
En cuanto a los grupos profesionales que suscitan mayores niveles de confianza entre los estudiantes, prevalecen los vinculados claramente con el conocimiento y la formación: médicos (7,9), científicos (7,8), ingenieros (7,4), maestros (7,2) y profesores de universidad (6,6). Igualmente, los jueces (6,3) y los policías (5,7) son evaluados favorablemente. En un nivel medio de confianza se sitúan militares (5,4), artistas (5,3), ecologistas (5,2), deportistas (5,2) y funcionarios (5,0). En la parte baja de la confianza están los sindicalistas y los periodistas (ambos con una media de 4,5) y con puntuaciones aún más bajas los sacerdotes (3,0) y políticos (2,8).
Escasa pertenencia religiosa y bajo nivel de religiosidad (D 71 a 73)
Si bien seis de cada diez estudiantes han crecido o han sido educados en la religión católica, sólo cuatro de cada diez declaran ser católicos en la actualidad. Con independencia de la pertenencia religiosa, el nivel de religiosidad es bajo en todos los casos (media de 3,2 en una escala de 0 a 10), aunque se incrementa entre los estudiantes de ciencias económicas (3,8) y ciencias jurídicas (3,6), así como entre quienes cursan estudios en universidades privadas (4,1, frente a 3,0 en los centros públicos).
En este marco de baja religiosidad, la amplísima mayoría (82%) se identifica con la explicación evolucionista del origen de los seres humanos y solo una exigua minoría se decanta por la visión creacionista (9%). La explicación evolucionista es aún más marcada entre los estudiantes de ciencias experimentales (95%), mientras que se reduce entre los de ciencias económicas y jurídicas (71%) y de manera más marcada entre los estudiantes de universidades privadas (69%).
Amplia aceptación de prácticas que han sido objeto de controversia moral y regulación restrictiva (D 74 a 77)
Entre los universitarios existe una amplia aceptación de conductas que han sido objeto de controversia moral y regulación restrictiva en un pasado no lejano como el matrimonio entre homosexuales (media de 8,9 en escala de 0 a 10), la adopción por parejas homosexuales (8,8), la eutanasia (8,2) y el aborto (8,2), así como que una adolescente pueda interrumpir un embarazo (7,4) o cambiar de sexo (6,2) sin el permiso de sus padres. Predomina, en cambio, el desacuerdo respecto al recurso a madres de alquiler (4,0).
En la última década ha aumentado el nivel de aceptación del matrimonio entre personas del mismo sexo, la adopción de un niño por parte de las mismas, la eutanasia y el aborto.
Mientras que una práctica contraria a la propiedad intelectual como bajarse música o películas de Internet sin pagar es ampliamente aceptada (6,7), la mayoría de los estudiantes consideran inaceptables el consumo de marihuana (4,2) y el no pagar el billete en el transporte público (3,9) y, de forma mucho más extrema, el consumo de cocaína (1,8) y el conducir habiendo bebido alcohol en exceso (1,5). Al mismo tiempo, copiar en un examen (4,0), copiar material de Internet sin citarlo (3,5) y, de forma más extrema, utilizar trabajos de otras personas como si fueran propios (2,4), son conductas que los universitarios declaran mayoritariamente no aceptar.
Actitudes muy positivas hacia la ciencia y sus beneficios para la sociedad (D 79 a 88)
Una amplia mayoría de los estudiantes reconoce en la ciencia su potencial para beneficiar a la sociedad (como motor de progreso material), en la salud (mejora de la salud en general y vacunas frente al COVID en particular) y en el plano cognitivo, como un conocimiento fiable y que permite develar aspectos fascinantes de la naturaleza), con medias superiores a 7,0 en una escala de acuerdo de 0 a 10, con respecto a todos estos indicadores. De hecho, las expectativas de los estudiantes sobre el potencial de la ciencia son aún más favorables que las también positivas existentes en el conjunto de la población.
Los universitarios no creen que la ciencia genere un mundo lleno de riesgos (3,8), aunque sí prevalece la creencia de que la ciencia y la tecnología aumentan el peligro de una guerra mundial (5,4). Con respecto a las relaciones ciencia-naturaleza, las opiniones son ambivalentes: aunque predomina la visión de que el conocimiento científico podrá resolver el problema del cambio climático (5,7), la mayoría cree que la ciencia ha contribuido a la destrucción de la naturaleza (5,4).
El rechazo es altísimo respecto a que la ciencia haya generado un mundo más complejo (3,7) o que sería mejor vivir sin tanta ciencia y tecnología (3,1), dos elementos centrales de la crítica contracultural de la ciencia en los años 60 del siglo pasado.
Respecto a los efectos de la ciencia en la cultura de la sociedad, existe un amplio consenso respecto a que la ciencia ha reducido las supersticiones y temores del pasado (7,1), mientras que predomina el desacuerdo respecto a que la ciencia destruya las creencias religiosas (4,6) y, más aún, los valores morales (3,1). Hay disparidad de opiniones respecto a la coexistencia en el presente entre ciencia y religión (5,2).
La amplia mayoría de los estudiantes (79%) reconoce que el conocimiento científico es dinámico y que una teoría científica considerada verdadera en la actualidad puede dejar de serla a futuro, una visión que se acentúa aún más entre los estudiantes de artes y humanidades (86%), experimentales y ciencias de la salud (84%).
Al mismo tiempo, existe un rechazo muy generalizado y acentuado respecto a la idea posmoderna de que no es posible distinguir si una teoría es más veraz que otra (3,2), siendo aún más marcado entre los estudiantes de ciencias experimentales (3,0).
Preocupación por el cambio climático (D 89 y 90)
Al mismo tiempo, dos tercios creen que al cambio climático se le está dando menos importancia de la que tiene, acentuándose esa creencia entre los estudiantes de artes y humanidades (77%), seguidos de los de ciencias experimentales (71%) y ciencias de salud (71%) y entre los estudiantes de centros públicos (68%, frente a un 54% en los privados).
Ficha técnica
- Ámbito geográfico del estudio: España
- Universo: población universitaria matriculada en estudios de grado y master que estén realizando al menos el tercer curso del grado.
- Método: captación personal de los estudiantes en las universidades y aplicación posterior del cuestionario de manera online.
- Tamaño y distribución de la muestra: 3.430 casos válidos estratificados de acuerdo a los criterios de comunidad autónoma, tipo de centro (público/privado) y rama de enseñanza.
- Error de muestreo: el error muestral estimado con un nivel de confianza del 95.5% y en el caso más desfavorable (p=q=0,5) es de +/- 1,8%
- Fecha de realización del trabajo de campo: de febrero a mayo de 2023.
- El trabajo de campo ha sido coordinado y ejecutado por Imop Insights, con domicilio en Calle de la Antracita, 7, 28045 Madrid.
- El diseño del cuestionario y el análisis de los datos se han llevado a cabo por el Departamento de Estudios Sociales y Opinión Pública de la Fundación BBVA.
*Las referencias marcadas como D XX hacen mención a la diapositiva de la presentación en la que aparece el dato citado.