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‘Fin de partida’: la Fundación BBVA y la Fundació Joan Miró inauguran en Barcelona una gran exposición sobre Duchamp, el ajedrez y las vanguardias
El presidente de la Fundación BBVA, Francisco González y el presidente de la Fundació Joan Miró, Jaume Freixa, han inaugurado la exposición Fin de partida. Duchamp, el ajedrez y las vanguardias, cuyo objetivo es releer la historia del arte moderno a partir de su relación con el ajedrez. La muestra, comisariada por Manuel Segade, se podrá visitar desde el 29 de octubre hasta el 22 de enero en la Fundació Joan Miró en Barcelona.
27 octubre, 2016
‘Fin de partida. Duchamp, el ajedrez y las vanguardias’ es una historia de las vanguardias artísticas del siglo XX hasta los inicios del arte conceptual contada desde otro lugar: el ajedrez.
La Fundación BBVA patrocina este proyecto impulsado por la Fundació Joan Miró, que ha contado con la labor curatorial del comisario Manuel Segade (A Coruña, 1977), historiador del arte, actualmente director del CA2M Centro de Arte Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid.
Francisco González, presidente de la Fundación BBVA, ha destacado que “Cataluña se ha distinguido siempre por su cultura innovadora y pluralista, un espíritu que compartimos plenamente en el Grupo BBVA, que, como saben, tiene una de sus bases más amplias, sólidas y queridas en Cataluña. Por ello, y por el engarce de la Fundación Miró con el espíritu innovador de Cataluña, estamos encantados de profundizar año a año una relación preferente con esta casa”.
El jaque de las vanguardias
Tras la apertura y el medio juego, cuando en el damero apenas permanecen unas pocas piezas en pie, el ajedrez entra en su fase resolutiva: el fin de partida. Mucho se ha teorizado sobre este momento decisivo del juego. Marcel Duchamp (1887-1968), un artista clave en la vanguardia, actor del giro conceptual que dio lugar al arte contemporáneo y, a su vez, un apasionado ajedrecista, escribió en 1932 un manual sobre finales de partida junto con el jugador Vitaly Halberstadt. El libro, titulado ‘L’opposition et les cases conjuguées sont réconciliées’, proponía un sistema que superaba la antítesis entre los métodos tradicionales de cierre y las nuevas teorías que surgían al respecto.
‘Fin de partida. Duchamp, el ajedrez y las vanguardias’ examina cómo esta voluntad de síntesis se refleja también en el propio proyecto artístico de Duchamp y, por extensión, en las diferentes estrategias que adoptaron las vanguardias frente a la tradición precedente en su avance hacia el arte conceptual.
Marcel Duchamp y el salto del caballo
El ajedrez, que históricamente había constituido un pasatiempo intelectual propio de las clases altas, alcanza su cénit a comienzos del siglo XX y se extiende a todas las capas sociales para convertirse en la forma de juego más respetada tanto en el ámbito público como en el privado. En ese contexto cultural se forma Marcel Duchamp, artista central de la vanguardia, impulsor del traspaso de la plástica figurativa a la crítica de la representación que tanto influyó sobre los nuevos comportamientos artísticos de finales de los años sesenta.
Tal era su afición a este juego que, en 1923, Duchamp llegó a anunciar su retirada de la práctica artística convencional «para jugar al ajedrez», un ejercicio intelectual que, en último término, consideraba una forma de arte «más puro en su posición social». Para Duchamp, el ajedrez era una actividad artística que le servía para mantener una lógica oposicional, representada por el blanco y el negro de las piezas; pero, al mismo tiempo, el tablero y sus normas le permitían alcanzar una conciliación que volvía inútil la confrontación en el fin de partida. Según Segade, entre ambos polos del juego —antítesis o síntesis— es posible reconstruir la historia de las vanguardias y el jaque al paradigma que representaron.
Tomando como marco la cronología vital del artista, ‘Fin de partida. Duchamp, el ajedrez y las vanguardias’ plantea la hipótesis del ajedrez como fondo continuo de las vanguardias históricas, «ya sea como un ocio intelectual, como una metáfora social, como un residuo de la perspectiva convencional, como un espacio para la reflexión sobre el lenguaje, como un teatro capaz de expresar la dramaturgia de la conciencia, como un juego de guerra o como un tablero donde cuestionar la convención y la regla», apunta el comisario.
Sostienen el relato de la exposición cerca de ochenta piezas que incluyen pinturas y esculturas, muchas de ellas jamás vistas en España, de algunos de los artistas fundamentales del siglo XX, procedentes de importantes colecciones públicas y privadas de Europa, América y Oriente Medio. La selección abarca un extenso período que va desde 1910 hasta 1972 y reúne, además, cuatro ready-mades de Duchamp, así como una docena de juegos de ajedrez históricos, algunos de ellos diseñados por destacados artistas de la vanguardia y de los inicios del arte conceptual. ‘Fin de partida. Duchamp, el ajedrez y las vanguardias’ se completa con una gran diversidad de documentos originales, como libros, carteles, fotografías, películas o registros sonoros de archivos internacionales públicos y privados, que ilustran y contextualizan el papel del ajedrez en el paso de las primeras vanguardias a las manifestaciones pioneras del arte conceptual.
Una partida en seis movimientos
La muestra se despliega en seis ámbitos. El espacio inicial, titulado Del ocio familiar al cuadro como idea, parte del ajedrez como motivo en las pinturas de género doméstico del postimpresionismo para desembocar en la invención de los ready-mades por parte de Marcel Duchamp, pasando por las reflexiones geométricas del cubismo y su utilización del tablero como elemento regulador en la composición del cuadro. En esta sala se exponen, entre otras, obras de Jean Metzinger, Jean Crotti y el propio Duchamp, del que destacan el óleo de 1910 ‘La partida de ajedrez’, procedente del Philadelphia Museum of Art, y el ready- made Trébuchet, procedente de las colecciones del Museo de Israel, que juega en su título con el nombre de una conocida maniobra de ajedrez.
La exposición avanza hacia un segundo ámbito titulado El ajedrez y el arte para el pueblo, que da cuenta de cómo, en el devenir utópico del constructivismo ruso, el ajedrez se convirtió en un elemento de educación y ocio para la clase obrera. Al mismo tiempo, en las enseñanzas de la Bauhaus, como parte de un programa para diseñar lo cotidiano, el juego adquirió un carácter renovado y abstracto. Sobresalen en este espacio tres piezas de especial relevancia: el óleo de 1937 ‘Gran tablero de ajedrez‘, de Paul Klee, llegado de la Kunsthaus Zürich; el cuadro ‘Vestidos simultáneos’ (Tres mujeres, formas y colores), de Sonia Delaunay, procedente del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, así como ‘Línea completa’ (1923), de Wassily Kandinsky, de la Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen, en Düsseldorf.
El espacio psicoanalítico del tablero, tercera sección de la muestra, examina cómo, en manos de los surrealistas, el ajedrez se convierte en un método de análisis: «un escenario para la batalla de los géneros y un espacio de subversión de las propias leyes de su tablero-mundo», en palabras de Segade. Esta sala reúne, entre otras, piezas de Man Ray, Muriel Streeter o Mercè Rodoreda, en su faceta como pintora, de quien se exhiben dos obras sobre papel de los años cincuenta. Completa este espacio la proyección del mítico film de René Clair Entr’acte, en el que Duchamp y Man Ray disputan una accidentada partida de ajedrez.
Durante los episodios bélicos que agitaron Europa en los años treinta y cuarenta, el ajedrez se convirtió en un elemento clave de propaganda nacional y en una metáfora del triunfo en la batalla. En su cuarto ámbito, bajo el título El juego de la guerra, la exposición explora de qué manera el ajedrez se transforma en un vehículo especialmente sofisticado para trabajar la psicología social en tiempos de guerra. Este espacio también plantea cómo las migraciones derivadas de la guerra provocaron la extensión de la cultura ajedrecística en la vanguardia internacional. Es el caso, por ejemplo, de Maria Helena Vieira da Silva, portuguesa afincada en París, que huye a Brasil durante este período y allí concibe el cuadro ‘La partida de ajedrez’ (1943), que se expone en esta sala procedente de las colecciones del Centre Pompidou.
En los años cuarenta, el propio imaginario del ajedrez se convertiría en uno de los temas de trabajo de los artistas más importantes de aquel tiempo, hasta el punto de llegar a diseñar sus propios juegos y borrar, así, el límite entre el ajedrez y la obra de arte. La mayor parte de estos trabajos se exhibieron en una exposición organizada por Julien Levy, Max Ernst y Marcel Duchamp en 1944 en Nueva York. El penúltimo apartado de la exposición —’La imaginería del ajedrez’— es un homenaje a aquella muestra histórica, de la cual recoge el título, y reúne algunos de los juegos más destacados: tableros y piezas vanguardistas firmados por Max Ernst, Alexander Calder o Isamu Noguchi, entre otros.
El proyecto expositivo se completa con un programa de actividades específico y una publicación que incluye el texto curatorial de Manuel Segade, que recorre los diferentes ámbitos de la exposición; un ensayo de Adina Kamien-Kazhdan, conservadora de arte moderno del Museo de Israel, en torno a Échiquier surréaliste, el mítico collage fotográfico de Man Ray expuesto en el tercer ámbito de la exposición, y un artículo de la escritora y catedrática de arte contemporáneo Estrella de Diego, que profundiza en la fascinación que el ajedrez suscitó en los artistas e intelectuales más destacados de la vanguardia.
La muestra se inaugura el 28 de octubre de 2016 a las 19 h y se podrá visitar hasta el 22 de enero de 2017 en la Fundació Joan Miró.
‘Fin de partida. Duchamp, el ajedrez y las vanguardias’ pretende contar, según Manuel Segade, «la historia de las vanguardias a través de “un juego llamado lenguaje” disponiendo el proyecto moderno sobre un tablero que permita explicar, desde otro lugar, el paso de las primeras vanguardias a las manifestaciones pioneras del arte conceptual».