Inauguración de la exposición de Yoshitomo Nara en el Museo Guggenheim Bilbao

Desde el 28 de junio y hasta el 3 de noviembre, con el patrocinio de la Fundación BBVA

El Guggenheim Bilbao presenta la primera exposición individual de Yoshitomo Nara en un gran museo europeo

Los personajes de Yoshitomo Nara, en particular esos niños de gran cabeza y ojos grandes —por momentos amenazadores, desafiantes e insolentes, pero también melancólicos e inseguros—, son el icono de un universo artístico que le han convertido en uno de los creadores más célebres de su generación. El Museo Guggenheim Bilbao se convierte en el primer gran museo de España y de Europa en dedicarle una muestra específica que, con el patrocinio de la Fundación BBVA, se abrirá al público el próximo 28 de junio.

27 junio, 2024

Exposición

Yoshitomo Nara

Galería de imágenes de la exposición

Bajo el título Yoshitomo Nara, esta retrospectiva desvela y explora el fascinante mundo del artista y embarca al espectador en un recorrido por la evolución de su creatividad desde los orígenes de sus ideas. Organizada por temas, más que cronológicamente o según la técnica y los materiales, la exposición nos ofrece una perspectiva de los procesos conceptuales y formales de Nara. La amplia selección de pinturas, dibujos, esculturas e instalaciones creadas a lo largo de las cuatro últimas décadas —de 1984 a 2024— es un reflejo de su empática respuesta a las personas y los lugares que ha ido conociendo a lo largo de los años.

La presentación, que cuenta con el patrocinio de la Fundación BBVA; ha sido concebida expresamente para el espacio del Museo Guggenheim Bilbao. Posteriormente viajará a Baden-Baden y Londres, donde se rediseñará para adaptarse a cada una de las sedes.

Yoshitomo Nara (nacido en 1959 en Hirosaki, en la prefectura de Aomori, Japón) es uno de los artistas más célebres de su generación. Nara no fue aceptado de inmediato en el mundo del arte, pero, en la actualidad, su innovador estilo gráfico está más que consolidado. Los personajes de Nara, sus figuras y animales, son un reflejo de él mismo, una representación visual y un medio de expresión de sus pensamientos y emociones más íntimos: recuerdos de su infancia, sus experiencias vitales, su conocimiento de la música, el arte y la sociedad, tanto en Japón como en el extranjero, constituyen la fuente de su creatividad. Nara muestra un profundo interés por la humanidad y su obra examina e incorpora ideas en torno a los conceptos de hogar, comunidad, naturaleza y sus interrelaciones.

Esta retrospectiva está organizada por temas, según el criterio del propio artista. Los temas que se repiten en su obra —incluyendo la casa de tejado rojo, los brotes, el charco, la caja, el barco azul y el bosque— revelan la continuidad de pensamiento que ha mantenido a lo largo de toda su carrera y ponen de relieve su evolución estilística. Nara se considera, ante todo, un pintor, pero explora cada tema en otros materiales y formatos: dibujo, escultura e instalación.

Los personajes de Nara -sus figuras, animales y seres híbridos- son una representación de sí mismo. Constituyen una expresión visual de sus pensamientos y emociones más íntimos y transmiten la profundidad de su humanismo. Su compromiso con la sociedad es profundo y, con opiniones muy arraigadas sobre el mundo que compartimos, su obra examina e incorpora ideas en torno a los conceptos de hogar, comunidad, naturaleza y medio ambiente, y su interconexión.

Esta exposición retrospectiva ha sido planteada por el artista para revelar quién es como artista y las ideas que le interesan y son fundamentales en su proceso creativo: sus motivos recurrentes, su enfoque formal en evolución y sus variadas técnicas. Esta muestra nos lleva de viaje por el intrigante “Mundo de Nara”, presentando obras realizadas a lo largo de las últimas cuatro décadas, de un artista que se considera ante todo un pintor, aunque explora cada tema con otros medios y formatos: dibujo, escultura e instalación.

“Ver las cosas desde el monte Fuji es totalmente distinto a verlas desde el Everest”

Los recuerdos de la infancia de Nara —marcados por una sensación de aislamiento—, sus viajes al extranjero, su estancia en Alemania y su conocimiento de la historia del arte son claves para entender su obra. También está profundamente arraigada en la música que escuchaba de niño: canciones folk de cantautores estadounidenses como Bob Dylan, con su mensaje disidente y antibelicista durante la guerra de Vietnam y su apoyo al movimiento por los derechos civiles; los sonidos introspectivos y melancólicos del blues; y el folk independiente procedente de Inglaterra e Irlanda. Al no entender las letras en otros idiomas, Nara percibía los sonidos a nivel sensorial. Combinando eso con lo que deducía de las imágenes de la portada del álbum, concebía la música a su particular modo y la revestía de su emoción personal. Eso fue mucho antes de la era del punk o la new wave, en la que se inspiraría más tarde. A través de la música, Nara conectó con el respeto por la humanidad, la comunidad y una sensación de libertad.

En febrero de 1980, siendo aún un estudiante de veinte años, Nara viajó a Europa por primera vez. Esa visita le permitió contemplar, de primera mano, las pinturas altomedievales y renacentistas, con sus temáticas bíblicas y sus narraciones religiosas, y la obra de los maestros modernos europeos. Estas ejercieron una inmensa atracción emocional sobre Nara, que experimentó un despertar, una iluminación a través de esas vivencias. Aprendió mucho de los impresionistas y expresionistas, así como de los artistas asociados a la Escuela de París. Se inspiró en su filosofía, su espiritualidad y sus técnicas para replantearse todo lo que había aprendido hasta entonces. En palabras del propio Nara: «Al salir de Japón, me di cuenta de que ver las cosas desde el monte Fuji es totalmente distinto a verlas desde el Everest».

Alemania: de la soledad a la necesidad de la comunicación a través del arte

Nara realizó un segundo e impactante viaje a Europa en 1983, y varios años más tarde, tras graduarse en la Universidad de las Artes de la Prefectura de Aichi en 1987, decidió trasladarse a Alemania para estudiar en la Kunstakademie de Düsseldorf. Ese periodo resultó ser tremendamente importante para el desarrollo personal y artístico de Nara. Su desconocimiento del alemán le llevó a regresar conscientemente al estado de soledad que había caracterizado su infancia, y a darse cuenta de que necesitaba comunicarse a través del arte.

En la Kunstakademie, Nara estudió con el artista A. R. Penck, uno de los principales impulsores del Neoexpresionismo alemán. La influencia de Penck ya resultaba evidente en el enfoque formal de Nara —figuras plasmadas toscamente con pinceladas sueltas y colores vivos e intensos—, así como en su imaginario, como se puede apreciar en Make the Road, Follow the Road (Haz el camino, sigue el camino) (1990), una pintura que combina lo mundano y lo espiritual, creando una mitología propia. Curiosamente, Penck advirtió cierta disonancia entre la pintura y el dibujo de Nara en ese periodo y le aconsejó que integrara ambas actividades, lo cual condujo a la mejora de sus composiciones narrativas, dando lugar a obras más estilizadas, imperiosas y emocionalmente directas que llegaron a ser reconocidas en el mundo del arte europeo por su individualidad y singularidad: la característica principal pasaron a ser los niños de ojos muy abiertos, a menudo desafiantes.

Tras completar un máster en pintura en la Kunstakademie de Düsseldorf, Nara se trasladó a Colonia, donde vivió desde 1994 hasta 2000. Durante su estancia en Colonia, protagonizó varias exposiciones individuales y participó en exposiciones colectivas por toda Europa. Gracias a la venta de sus obras, pudo ganarse la vida y dedicarse por entero a su producción artística. Comenzaron a surgir nuevos temas, como Mumps (Paperas), que muestra a un niño con una venda bajo la barbilla atada en un lazo en la parte superior de la cabeza, y Abandoned Puppy (Cachorro abandonado), en la que vemos a un niño disfrazado de cachorro. Ambos muchachos aparecen a veces dentro de una caja, que para Nara es símbolo de cobijo y protección.

Acogida en Estados Unidos… y triunfo en Japón

En 1995, Nara celebró su primera exposición individual en Estados Unidos, donde llamó la atención de un público más amplio y los críticos destacaron la inquietante mordacidad de su obra. Tres años más tarde fue invitado a la Universidad de California como profesor visitante de pintura. Durante tres meses compartió apartamento con su compatriota y también artista Takashi Murakami, lo que propició la participación de Nara en varias exposiciones comisariadas por Murakami en 2000. La obra de Nara empezó a figurar en colecciones norteamericanas: Sleepless Night (Sitting) [Noche en vela (sentado)] (1997), por ejemplo, fue adquirida por la Colección de la Familia Rubell.

En 2000, tras vivir doce años en Alemania, Nara tomó la decisión de regresar a Japón. Al año siguiente se inauguró en el Museo de Arte de Yokohama su gran exposición en solitario I DON’T MIND, IF YOU FORGET ME. (NO ME IMPORTA SI ME OLVIDAS), que viajó luego a otros cinco lugares del país, incluida la Yoshii Brick Brew House de su ciudad natal, Hirosaki, lo que convirtió a Nara en uno de los artistas más destacados y conocidos de Japón. Entre las obras expuestas figuraba su pintura en plato circular Too Young to Die (Demasiado joven para morir) (2001), que representa a un arquetípico personaje de Nara fumando un cigarrillo, en una composición que nos recuerda la forma de un tondo renacentista.

El impacto vital y artístico de Fukushima

El 11 de marzo de 2011, Japón sufrió una concatenación de catástrofes: el gran terremoto de Japón oriental, el consiguiente tsunami y el accidente nuclear de la central de Fukushima Daiichi. El alcance de la destrucción provocada por el poder de la naturaleza tuvo un impacto transformador en la vida de Nara, que se replanteó su papel como artista y decidió dirigir su atención a la región de Tohoku, donde se había criado. Nara tuvo ocasión de comprobar que las zonas rurales salieron mucho peor paradas, en términos económicos y culturales, en comparación con las acuciantes demandas de grandes ciudades como Tokio, y puso en marcha proyectos artísticos locales y comunitarios.

El lenguaje pictórico de Nara reflejó ese cambio en su cosmovisión. From the Bomb Shelter (Desde el refugio antiaéreo) (2017) muestra a un niño saliendo tímidamente de un búnker subterráneo. Su imagen monocromática constituye al mismo tiempo la continuación y la evolución de dos de sus temas más persistentes: la caja y la figura sumergida, que accede a un portal conectado con un ámbito comunitario a través de un charco. From the Bomb Shelter (Desde el refugio antiaéreo) se inspira en la película de 1953 Hiroshima, dirigida por Hideo Sekigawa y basada en el éxito de ventas Children of the A-Bomb (1951), una recopilación de relatos de primera mano de escolares que sobrevivieron al bombardeo de Hiroshima.

Una sensación similar de incertidumbre irradia de sus pinturas Blankey (ブランキー, 2012) y, más recientemente, Midnight Tears (Lágrimas de medianoche) (2023). Los niños se antojan etéreos, pintados con múltiples y fragmentados toques de diferentes colores, un marcado contraste con las sólidas áreas de color que vemos en obras anteriores. Sus bocas horizontales y cerradas apenas revelan nada —esos labios que antes hacían pucheros o se curvaban ligeramente hacia arriba, amagando una sonrisa, han desaparecido—, pero sus ojos anegados en lágrimas transmiten una profunda emoción.

Esta exposición abarca los cuarenta años transcurridos desde el segundo viaje de Nara a Europa hasta la actualidad y demuestra que la marcha de Nara de Hirosaki y su estancia fuera de Japón fueron cruciales para él, pues le proporcionaron las herramientas necesarias para replantearse su papel como artista y reevaluar su relación con las comunidades de Japón, sus interacciones con la gente y con la naturaleza: «Por fin sentí que tenía las cosas que había echado en falta, que todo lo que pudiera necesitar estaba al alcance de la mano, y fui capaz de vivir en provincias. Pero creo que tuve que dejar mi ciudad natal durante un tiempo para entenderlo».