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La Fundación BBVA y el Museo Guggenheim presentan “Louise Bourgeois. Estructuras de la existencia: las Celdas”
El Museo Guggenheim Bilbao presenta, hasta el 4 de septiembre, “Louise Bourgeois. Estructuras de la existencia: las Celdas”, una amplia representación de las innovadoras y sofisticadas obras escultóricas desarrolladas por Louise Bourgeois (1911–2010), una de las artistas más influyentes del siglo XX, a lo largo de dos décadas de su carrera. En esta exposición, organizada por Haus der Kunst (Múnich) en colaboración con el Museo Guggenheim Bilbao, el público podrá conocer y experimentar 28 espacios arquitectónicos cargados de emoción que separan el mundo interior del exterior y que representan, en cada caso, un microcosmos particular. La exposición en Bilbao es posible gracias al patrocinio de la Fundación BBVA.
17 marzo, 2016
Las ideas e innovaciones formales de Louise Bourgeois, como su manera de abordar el psicoanálisis y el feminismo, sus instalaciones ambientales y sus formatos teatrales, se han convertido en cuestiones fundamentales del arte contemporáneo. Una excelente muestra de ello son las Celdas, la serie que Bourgeois inició en 1986 con la pieza Guarida articulada (Articulated Lair) y que se compone de aproximadamente 60 obras únicas.
Con ocasión de esta muestra, las Celdas numeradas del I al VI se agrupan por primera vez desde 1991, fecha en que se reunieron originalmente en el Carnegie International de Pittsburgh. El término “celda” surgió durante los preparativos de aquella exposición en el Carnegie. Para Bourgeois, el término en inglés “cell” tiene diversas connotaciones, pues se refiere tanto a la célula biológica de un organismo vivo como a la celda individual de una cárcel o de un monasterio.
Tres años más tarde, en 1994, la artista creó su primera escultura en forma de araña. Aunque ya superaba los 80 años en aquel momento, Louise Bourgeois logró una vez más reinventar sus métodos de trabajo y realizar algunas de sus piezas de mayores dimensiones gracias a la adquisición, en 1980, de su primer gran estudio. Hasta entonces había trabajado en su casa de Chelsea, donde la anchura de los espacios, de apenas cuatro metros, era determinante para las dimensiones de sus esculturas. Su nuevo estudio de Brooklyn allanó el camino para las piezas de gran formato.
El estudio también le ofreció a Bourgeois una gran variedad de nuevos materiales. Así, objetos que procedían del vecindario y de la vida privada de la artista se integran en las Celdas, como estantes de acero procedentes del uso anterior de su estudio como fábrica textil (Guarida articulada, 1986) o un depósito de agua tomado de su tejado [Líquidos preciosos (Precious Liquids), 1992]. Cuando finalmente tuvo que dejar el estudio de Brooklyn en 2005, conservó su escalera de caracol, que más tarde incorporó a la última obra perteneciente a esta serie: Celda (La última subida) [Cell (The Last Climb), 2008].
La serie de las Celdas gira en torno al deseo de recordar y olvidar a un tiempo. “Tienes que contar tu historia, y tienes que olvidarla. Olvidas y perdonas. Eso te libera”, afirmó Bourgeois en una ocasión. En este sentido, las Celdas contienen referencias a personas y a experiencias del pasado. Las agujas, hilos y husos que se integran en las obras aluden a la niñez de la artista y al oficio de sus padres, ya que su madre era restauradora de valiosos tapices. Las Celdas también hablan de abandono, de traición y de pérdida, en parte a causa de la gran tensión que se vivía en la familia Bourgeois. Por un lado, el padre de Louise engañó a su madre con la au pair de la familia, Sadie, que vivió con ellos durante casi una década. Por otro, en una inversión de los roles habituales, Louise tuvo que cuidar de su madre, quien contrajo una grave enfermedad y pidió a Louise que la ayudara a ocultar ante su padre cómo empeoraba. Louise se vio así inmersa en una trama de emociones encontradas: admiración y solidaridad, furia e impotencia.
La propia artista relacionó su obra con sus traumas personales. En 1982 creó un texto autobiográfico ilustrado para Artforum que giraba en torno a las traumáticas experiencias de su niñez. En ese mismo período, el Museum of Modern Art de Nueva York homenajeó a la artista, que ya contaba 70 años, con una retrospectiva. Era la primera vez que el museo dedicaba una exposición retrospectiva a una mujer.
Como nueva categoría escultórica, las Celdas de Louise Bourgeois “se ubican en algún lugar entre el panorama museístico, la escenografía, el ambiente o la instalación; se trata de una entidad escultórica que, a esta escala y nivel formal, carece de parangón en la historia del arte.” (Julienne Lorz).