Catedrático de Historia Antigua y decano de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidade de Santiago de Compostela

‘Los lugares del saber en la Atenas democrática’: Marco García Quintela aborda el origen del mundo académico en la segunda conferencia del ciclo ‘LOGOS’

El actual concepto del mundo académico, como muchos otros conceptos que conforman la cultura occidental, tuvo su origen en la Atenas clásica. Lo que hoy día parece obvio supuso entonces un enfoque totalmente original sobre cómo transmitir el conocimiento en un entorno de participación ciudadana que requería adquirir saberes y habilidades oratorias. La investigación del mundo clásico indaga ahora sobre los lugares del saber en Atenas para entender mejor esta faceta fundamental. El profesor Marco García Quintela, catedrático de Historia Antigua y decano de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidade de Santiago de Compostela, ha abordado este tema en la segunda conferencia del Ciclo ‘LOGOS. Visiones del Mundo Clásico’.

12 mayo, 2022

Conferencia

Los lugares del saber en la Atenas democrática

12 de mayo a las 19:30 h

“La idea de lugar da materialidad, concreción a cualquier tema que investigamos”, explica García Quintela, investigador principal del proyecto ‘Los lugares del saber en la Atenas democrática (TOPOSOFÍA)’ apoyado por una Ayuda del Programa LOGOS de Ayudas a la Investigación en Estudios Clásicos de la Fundación BBVA.

Una primera conclusión de esta línea de investigación es la importancia que el conocimiento, en sus distintas formas, tenía en la Atenas clásica: “Los espacios abiertos, públicos, dedicados a distintas formas del saber ocupaban dos quintas partes de la superficie del recinto amurallado de Atenas, lo que es muchísimo”.

En el caso de Atenas, conocer los lugares del saber nos ayuda a comprender, por ejemplo, que lo que ahora percibimos como alta cultura nació como cultura popular, al alcance de la mayoría de los ciudadanos. “Debemos erradicar la imagen que podemos tener de la Atenas clásica arqueológica. En realidad el teatro del momento era poco más que unos andamios. Debemos visualizar que ese teatro tan creativo y profundo con grandes preguntas existenciales, se representaba en un entorno bastante pobre y ante miles de personas”.

El dominio de la palabra

En principio, el saber ateniense se concreta en el teatro y en la vida pública la política, pero luego se desarrollan otros campos, como la filosofía, la astronomía, y aparece la especialización de los espacios: “Había un lugar del saber público que era el Ágora y que en principio servía para todo, pero que luego se les queda pequeño o insuficiente, por lo que desplazan dos saberes: el político, de la Asamblea, que se traslada a la colina de la Pnyx, y el teatral , en la ladera sur de la Acrópolis. También es importante el lugar de los tribunales, que no se conoce bien, se cree que algunos se reunían en el Ágora, pero se sospecha que también había espacios multifunción, no especializados. En esa especialización Pericles por ejemplo, al recibir el encargo de organizar un festival, crea el Odeón, que es el primer edificio construido expresamente para representar y escuchar música”.

Esa proliferación de espacios dedicados al saber se correspondía con una vida política y cultural que implicaba a la mayoría de los ciudadanos.  Como explica García Quintila, “cualquier ateniense, incluso el menos ilustrado, podía ver una media de 30 obras de teatro al año, participaba en unas cuatro reuniones de la Asamblea mensuales y votaba temas tan cruciales como ir o no a la guerra, además de participar en los tribunales que eran multitudinarios y que podían decidir sobre una pena de muerte”.

Los atenienses eran conscientes de que para convertir  sus posibilidades de participación en oportunidades de decisión, debían negociar y buscar alianzas y eso está estrechamente ligado al dominio de la palabra. “Debían competir con una preparación basada en la palabra. Eso genera una conciencia de la importancia del saber y en esos saberes públicos –el político, el teatro y el de tribunales– aparecen otros saberes nuevos, como la retórica que enseñan los sofistas”.

Una escuela filosófica

Atenas es la ciudad del saber y la más rica del momento. Se convierte en polo de atracción para quienes, como los sofistas, cobraban a las élites por enseñarles las habilidades que requería esa intensa vida pública.

Frente a ese saber cerrado de los sofistas, Sócrates representaba el saber en espacios públicos. Más tarde llega Platón que, como Sócrates, quiere sacar el saber de las instituciones clásicas de Atenas, pero la paradoja es que en lugar de hacerlo como él en espacios abiertos, decide crear un nuevo lugar cerrado: la Academia.

“Platón llega a la conclusión de  que es necesario generar un tipo de saber al margen de la ciudad y el orden establecido. Y llega a algo que ahora nos parece normal, pero entonces es absolutamente innovador, que es la Academia, pero sabemos poco sobre la Academia. Sabemos que era un jardín fuera de las murallas, donde se rendía culto a algunos dioses y posiblemente contaba con un gimnasio. Era un sitio que ya existía, pero la novedad es que se instala allí una escuela filosófica.

García Quintela ha buscado información sobre la Academia en los textos de Platón: “Hay hipótesis sobre que era un gimnasio pero yo me decanto más por la idea de que era una biblioteca y me baso por ejemplo por la presencia de los libros en Fedro”.

“Platón saca la Academia del recinto amurallado de la ciudad porque, como transmite en sus textos, considera que la ciudad es amoral y competitiva”, señala el catedrático de Historia Antigua. “Sus escritos son una forma de reclutar a jóvenes para que fueran a la Academia, que era un lugar en el que podían vivir. El sabio es el que no se ocupa de la ciudad o, si lo hace, como en Leyes, ha de construir una ciudad imaginada –Magnesia– asentada ex novo sobre principios filosóficos y lejos de Atenas”.