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Estudio realizado con una Ayuda a Equipos de Investigación de la Fundación BBVA

Mujeres que ocupan empleos de alta exigencia profesional disminuyen sus índices de fecundidad y retrasan su maternidad sin desearlo

Las mujeres que desempeñan ocupaciones de alta exigencia profesional tienen índices de fecundidad más bajos que los de la población general y retrasan la edad en que tienen su primer hijo, aunque su deseo de ser madres no es menor que el de mujeres que se encuentran en otros colectivos profesionales. Así sucede, al menos, en las dos profesiones que ha analizado el equipo de investigación liderado por Beatriz Mañas: las militares de tropa y marinería y las deportistas de alto nivel (DAN). El proyecto ha contado con una de las Ayudas a Equipos de Investigación Científica 2021 de la Fundación BBVA en la categoría de Ciencias Sociales.

20 septiembre, 2024

Equipo

Beatriz Mañas Ramírez, Luis Alfonso Camarero Rioja y María Gómez Escarda

“En estas profesiones que tienen indicadores de alta exigencia aparecen diferencias significativas con respecto a la población general. Hay un retraso en la edad de la maternidad y también un desfase entre la fecundidad deseada y la fecundidad efectiva, es decir, el número de hijos deseados y el número de hijos que efectivamente se tienen. Es claro que hay situaciones aquí que merecen, por lo menos, ser reflexionadas desde las políticas públicas”, explica Mañas profesora contratada doctora en el Departamento de Sociología de la Universidad Nacional a Distancia (UNED) en el área de Métodos y Técnicas de Investigación Social y Estadística aplicada a las Ciencias Sociales.

La investigación ha realizado encuestas a cerca de ochocientas mujeres españolas distribuidas en tres grupos: uno por cada colectivo analizado y otro de población general. En el caso de las militares, los datos muestran que las mujeres pertenecientes a este colectivo han reducido notablemente el número de hijos tenidos (1,66 por mujer) respecto a los que manifestaban desear haber tenido (2,42). También se refleja en los datos un leve retraso en la edad al nacimiento del primer hijo, pasando de los 28,82 deseados a los 29,06 reales.

En cuanto a las deportistas de alto rendimiento (DAN), el desfase encontrado es aún mayor en la edad de entrada a la maternidad, que se pospone más de tres años de manera efectiva si se compara con la edad expresada como ideal. También hay una reducción en el promedio de hijos tenidos (1,48) frente a los deseados (1,77).

Dos grupos representativos de las profesiones de alta exigencia

Mañas, investigadora principal del proyecto, eligió estos dos grupos profesionales por ser “especialmente representativos de alta exigencia. Representan las situaciones más extremas y así se visibilizan procesos que pueden en buena medida ser compartidos por otras profesiones, incluso aunque no sean de tal exigencia. En este caso, estas profesiones tienen una especial exigencia por la disponibilidad, el compromiso, el rendimiento que exigen –variables que comparten con la mayoría de las profesiones de alta exigencia– y, además, su especial relación con el cuerpo, con lo corporal –una característica específica–. Pero claro que hay cuestiones que se podrían tomar también como reflexión para otras profesiones”.

Entre esas cuestiones extrapolables al resto de la población, la profesora Mañas destaca un elemento que, según su análisis, atraviesa toda la cuestión, en toda la sociedad: el solapamiento entre la maternidad y la operatividad. “Hay un imaginario, –explica– que circula tanto en la sociedad como en las propias profesiones y mujeres de estos colectivos, de incompatibilidad: una percepción de que en determinados contextos de alta exigencia profesional, la maternidad aparece como algo que no es compatible con otras dimensiones, como un no lugar”.

“Algunos de los planteamientos  –desarrolla Beatriz Mañas–  recogidos en el estudio [por parte de las mujeres entrevistadas] abren paso a un cambio en el sentido de la maternidad, desde unos modelos tradicionales, donde encontramos a una madre que siempre tiene esa presión casi aprendida por ser la que nunca se separa de sus hijos y tiene que estar continuamente con ellos, a otros tipos de maternidad diferentes, a otros modelos en los que, por supuesto, se demanda más paridad en los cuidados, pero que también incorporan la maternidad como una condición más dentro de esas profesiones, normalizan la maternidad como una elemento más de las etapas de la vida de las mujeres que están en esas profesiones. Es un plano simbólico que creo que también puede a los entornos profesionales de las mujeres en general”.

Todas estas cuestiones, expresadas por las mujeres que la profesora Mañas y su equipo (Luis Alfonso Camarero Rioja y María Gómez Escarda, ambos también de la UNED) han entrevistado por medio de métodos cualitativos suponen, según consideran los investigadores, un excelente punto de partida para el legislador que vaya a acometer la tarea de crear leyes dirigidas a mitigar estos problemas. El viernes, 20 de septiembre se han presentado en el Congreso de los Diputados las principales conclusiones del estudio durante  una sesión de trabajo con algunas de las mujeres participantes en el trabajo, responsables institucionales de los colectivos profesionales analizados y catedráticos en sociología.

“En primer lugar, lo que pretendemos con esta sesión es abrir la reflexión pública”, explica Beatriz Mañas”. “Es decir, que estos resultados, de alguna manera, generen debate en las mesas que se van a celebrar. Porque en el fondo nosotros somos investigadores y lo que hacemos es visibilizar las inquietudes, necesidades, obstáculos, los datos o las prácticas, las actitudes que tienen los colectivos con los que hemos trabajado. Es plantear esos debates. Considero que es necesario incorporar, incluso en las distintas profesiones con las que hemos trabajado, esa condición de maternidad de una forma mucho más normalizada, no desde la incompatibilidad. Y ciertamente, que esto sirva para plantear esas cuestiones que a veces se olvidan, el hecho de que cualquier política pública debe tener en cuenta que existe socialmente un imaginario, en relación a la incompatibilidad de la maternidad con determinadas cuestiones. Pues vamos a intentar hacerlo compatible”, concluye.