NOTICIA
Nace BYMAT, una innovadora red internacional de jóvenes doctorandos en Matemáticas
En una sociedad cada vez más necesitada de matemáticas -léase big data, inteligencia artificial, criptografía…-, los matemáticos más jóvenes, los doctorandos, han tomado conciencia del valor de recursos que ellos poseen en abundancia, como la “frescura” -término usado por ellos-, las “muchas ganas de hacer”, la soltura tecnológica y, por supuesto, la formación de alta calidad. Convencidos de que la interacción potencia aún más esas cualidades, un grupo de jóvenes investigadores ha creado BYMAT, acrónimo de Bring Young Mathematicians Together, un colectivo de doctorandos sin precedentes en la comunidad matemática. Su primer congreso, que se celebra estos días en Madrid, ha tenido un éxito muy superior al esperado: 200 doctorandos de más de 60 instituciones de todo el mundo.
7 mayo, 2018
El encuentro tiene lugar en el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT) del 7 al 9 de mayo y cuenta con el apoyo de la Fundación BBVA, que ha sufragado becas de viaje. Las altas cifras de asistencia, opinan los organizadores, pueden interpretarse como un indicativo más del auge social de las matemáticas, cuyos expertos están cada vez más demandados en el ámbito empresarial además de en el académico.
El objetivo del congreso -cuyos participantes provienen no solo de España y otros países europeos, sino de India, México y Brasil- es crear un ambiente distendido en el que los jóvenes compartan “inquietudes comunes, como son la investigación, las salidas laborales y la necesidad de poder comunicar mejor a qué nos dedicamos”, explica Patricia Contreras, una matemática y física que investiga el fenómeno del entrelazamiento cuántico, y una de las organizadoras.
La iniciativa partió de Ángela Capel, que tuvo la idea durante una estancia de investigación en París: “Me di cuenta de que lo que más contribuía a mi formación era la media hora de charla informal que compartíamos cada día todos los investigadores, y pensé en organizar algo donde los doctorandos nos conociéramos, aprendiéramos a contar lo que hacemos y exploráramos qué salidas hay después de la tesis”.
Sus colegas David Alfaro, Patricia, Roi Naveiro y Jesús Ocáriz, todos -como Ángela- doctorandos en el ICMAT, saltaron al barco sin dudarlo: “Organizar este congreso está siendo un trabajo inesperado pero muy satisfactorio, estamos muy contentos de que haya respondido tanta gente, de tantos sitios, es una maravilla”, dice Ocáriz.
Conocimiento “en la base de la sociedad”
La relación con personas con inquietudes similares, de áreas muy distintas, les resulta -afirman- enormemente estimulante, en especial en un momento en que aún no han decidido su futuro. Ellos, como el resto de participantes en el congreso, pasan ahora por una de las fases más delicadas de su incipiente carrera: hacer la tesis doctoral, que en su caso supone enfrentarse por primer vez a problemas que nadie ha resuelto jamás.
Se trata de un reto que, según Capel, aporta al estudiante ante todo “visión, y perseverancia ante algo que cuesta esfuerzo y que de primeras no siempre sale bien”; son cualidades útiles tanto en el mundo académico como en la empresa. Ocáriz lo corrobora: la tesis es “una montaña rusa” en la que no es raro desfallecer: “Chocando varias veces con el mismo muro se pueden vivir momentos muy difíciles”.
La tesis de Capel tiene que ver con materiales necesarios en un futuro ordenador cuántico. Naveiro, por su parte, trabaja en inteligencia artificial, en concreto en “cómo lograr máquinas capaces de detectar que alguien las quiere engañar”. La investigación de Ocáriz tiene que ver con el estudio de las funciones. Y la de Alfaya pertenece al área de la geometría algebraica y estudia “espacios de moduli”.
Coinciden en no tener muy claro lo que les espera una vez acabada la tesis, y también en otra idea: “Tenemos frescura, muchas ganas, manejamos mejor la tecnología… Queremos contribuir a que el conocimiento esté en la base de la sociedad”, dice Naveiro.