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El PIB de España sería casi un 15% mayor si todas las regiones hubiesen mejorado su productividad desde el año 2000 al ritmo de la más eficiente
La diferencia entre la región que más ha mejorado el aprovechamiento de los recursos, Navarra, y la que peor evolución ha mostrado, Baleares, alcanza los 2 puntos anuales. La evolución de la eficiencia, o productividad total de los factores, ha sido negativa en España desde principio de siglo, a un ritmo del -0,16% anual. Cataluña, Madrid, Andalucía y Comunidad Valenciana concentran casi el 60% de las inversiones. Así lo recoge el informe Ciclo económico. Acumulación de capital en España y crecimiento regional (en el siglo XXI), elaborado por la Fundación BBVA y el Ivie, que utiliza la información de la base de datos Inversión y stock de capital, que acaba de ser actualizada.
27 marzo, 2018
España tiene unas dotaciones de capital (activos productivos duraderos, como infraestructuras, naves y locales comerciales, maquinaria, equipos informáticos, etc.) que la sitúan en la franja alta de los países desarrollados, según la base de datos macroeconómicos de la Comisión Europea AMECO. Sin embargo, presenta algunas carencias de productividad, es decir, de aprovechamiento y eficiencia en el uso de esos recursos. Las diferencias de eficiencia se aprecian especialmente al comparar las trayectorias de las distintas regiones. Navarra es la comunidad autónoma que más ha mejorado la productividad total de los factores -la capacidad de aprovechar conjuntamente el trabajo y el capital- en el periodo 2000-2014, logrando por esa vía aportaciones anuales al crecimiento de un punto porcentual. Por el contrario, Baleares, Murcia, Canarias y Asturias han registrado, por esa causa, reducciones en el crecimiento superiores al medio punto anual. Las diferencias entre comunidades en los ritmos de crecimiento derivadas de la evolución de la eficiencia alcanzan los dos puntos porcentuales anuales.
Si todas las CC.AA. hubieran conseguido que sus mejoras de eficiencia contribuyeran a generar valor añadido en la misma medida que Navarra, la tasa media de crecimiento del PIB de España habría pasado del 1,3% anual al 2,3%, un punto más al año (lo que equivale a 17,7 puntos porcentuales más de crecimiento acumulado entre 2000 y 2014). Si aplicamos ese crecimiento adicional, el PIB de España en 2016 habría sido un 14,74% mayor, lo que hubiera permitido superar el PIB per cápita medio de la UE y el de países como Francia o Italia.
Estas son algunas de las conclusiones del informe Ciclo económico. Acumulación de capital en España y crecimiento regional (en el siglo XXI), elaborado por la Fundación BBVA y el Ivie, dirigido por los investigadores del Ivie Matilde Mas, Lorenzo Serrano, Francisco Pérez y Ezequiel Uriel, en colaboración con los técnicos del Instituto Eva Benages y Juan Carlos Robledo. El estudio utiliza la información de la base de datos Inversión y stock de capital, que se encuentra dentro del mismo programa de investigaciones económicas que mantienen ambas instituciones, y que acaba de ser actualizada. El banco de datos ofrece las series de inversión y de stock de capital desde 1964 hasta 2015 para España y hasta 2014 para las 17 comunidades, las dos ciudades autónomas y las 50 provincias. En 2015, último año para el que existe información, el stock de capital en España alcanzaba los 3,2 billones de euros, un 0,6% más en términos reales que en 2014. Se trata de una tasa de crecimiento del capital todavía débil, muy alejada de las registradas durante los años anteriores a la crisis, cuando se superaba el 4% anual.
El proceso de acumulación de capital es el resultado del esfuerzo inversor (cociente entre la inversión bruta y el PIB) mantenido a lo largo del tiempo. En España el esfuerzo inversor medio entre 1995 y 2014 ha sido del 24,9%, pero se observan tres periodos diferenciados. Hasta 2007 el esfuerzo inversor fue muy intenso, hasta situarse en el 31,1% en 2007. Sin embargo, con la crisis la inversión respecto al PIB perdió 12,4 puntos retrocediendo hasta el 18,7% en 2013. La recuperación posterior ha mejorado la ratio hasta el 20%, pero aún se sitúa por debajo de la media de las últimas dos décadas.
La capacidad de los territorios para atraer inversiones y aprovecharlas eficientemente es muy heterogénea. La mayor parte de la inversión en el periodo 1995-2014, cerca del 60%, se ha concentrado en Cataluña, Madrid, Andalucía y Comunidad Valenciana, las regiones más pobladas. Sin embargo, mientras que Madrid y Andalucía han aumentado su peso relativo en la inversión total respecto a los años anteriores en 2,6 y 1 punto porcentual, respectivamente, Cataluña y Comunidad Valenciana lo han perdido (-2,2 y -0,3 pp). Destaca también el descenso registrado en el peso relativo del País Vasco sobre el total de la inversión (-1,4 pp). En el periodo analizado existen diferencias regionales en las tasas de inversión respecto al PIB que superan los 14 puntos porcentuales.
En el ámbito provincial, Madrid y Barcelona absorbían porcentajes similares de la inversión total hasta 1995 (14,4% y 14,1%, respectivamente). Sin embargo, desde entonces Madrid ha ganado 2,6 puntos -hasta concentrar más del 17% de la inversión total en España en el periodo 1995-2014- y Barcelona ha retrocedido hasta el 13% de la inversión.
Desigualdades regionales en dotaciones de capital
El reparto territorial de las dotaciones de capital sigue un patrón similar al de la inversión. Todos los territorios han aumentado su stock de capital en el periodo, pero con diferente intensidad. Cataluña, Madrid, Andalucía y Comunidad Valenciana concentran el 57,7% del capital neto en 2014, pero se observa de nuevo una pérdida de peso de Cataluña y Comunidad Valenciana. En cambio, se constatan avances de Madrid, Andalucía y Castilla-La Mancha. Todas las comunidades se han capitalizado y se han reducido las desigualdades regionales en capital por habitante. En 2014, la distancia entre la comunidad con mayores dotaciones de capital per cápita (Navarra) y la menos dotada (Andalucía) era del 52%, frente al 84% de 1995.
Por el contrario, las dotaciones de capital en servicios públicos por habitante también mejoran en todas las autonomías pero las diferencias regionales han aumentado. En la actualidad son un 36% mayores que las de hace dos décadas, y algunas comunidades doblan las dotaciones de capital público de otras. Castilla y León, Cantabria y Aragón son las regiones con mayores dotaciones de capital para servicios públicos por habitante. En la parte baja de la tabla de dotaciones de capital público figuran Baleares, Murcia, Canarias, Comunidad Valenciana y Madrid.
Uso eficiente del capital
La inversión permite alcanzar mayores niveles de desarrollo y bienestar para la población, gracias a las contribuciones del capital acumulado a la generación de valor añadido. El resultado alcanzado en este sentido depende de factores cuantitativos, como el ritmo de la acumulación, y también cualitativos, como el tipo de capital en el que se invierte y la eficiencia con que los activos se utilizan y se combinan con el trabajo. Si no se explota adecuadamente la capacidad productiva de las inversiones realizadas no se genera todo el valor añadido que potencialmente puede derivarse de las mayores dotaciones de capital. Para lograr ese aprovechamiento, las inversiones han de ir acompañadas de la capacidad de hacer un uso eficiente de las mismas.
Este informe considera las contribuciones al crecimiento del PIB tanto del factor trabajo como del factor capital, y también las aportaciones de la Productividad Total de los Factores (PTF), que aproxima la contribución de las mejoras tecnológicas y organizativas. La PTF mide la aportación al crecimiento del conjunto de variables que hacen que la producción sea mayor o menor, al margen de la cantidad o calidad de los factores productivos utilizados. Es pues un indicador de eficiencia, que refleja la capacidad de aprovechar mejor el trabajo y el capital.
En España la PTF ha retrocedido en lo que llevamos de siglo a un ritmo de -0,16 puntos porcentuales anuales. Ese retroceso se debe al insuficiente aprovechamiento del capital acumulado y a las dificultades en la utilización eficiente del factor trabajo. Los elevados desajustes entre formación del trabajador y requerimientos del puesto de trabajo o la elevada temporalidad son características diferenciales del mercado laboral español que tienden a reducir la eficiencia en el uso de ese factor y la productividad de los factores. Por otra parte, la existencia de dotaciones de capital, privado o público, insuficientemente utilizadas reduce la productividad del capital y las mejoras de la PTF. Las diferencias regionales en cuanto al uso eficiente de los recursos se reflejan en los ritmos de avance de la PTF y sus contribuciones al crecimiento del PIB, que son muy distintos.
Las mejoras en la eficiencia o PTF permiten a comunidades como Navarra, Extremadura, Aragón o País Vasco aumentar el crecimiento económico, más allá de lo que aportan el capital y el trabajo. En cambio, en aquellas comunidades en las que la aportación de la PTF es negativa –como, Baleares, Murcia, Canarias o Asturias- el uso menos eficiente de los recursos provoca que el PIB crezca por debajo de la contribución al crecimiento que realizan el capital y el trabajo. En el caso de Murcia, por ejemplo, la suma de las contribuciones del capital y el trabajo le permitiría situarse como la autonomía con mayor crecimiento del PIB en el periodo 2000-2014. Sin embargo, la baja eficiencia en el uso de esos recursos hace retroceder el crecimiento del PIB de la región.
En el lado opuesto, destaca el avance experimentado por la productividad total de los factores en Navarra, con aportaciones al PIB de las mejoras en el uso eficiente de sus recursos de un punto anual desde el año 2000. Si todas las comunidades autónomas españolas hubieran conseguido mejorar su eficiencia al mismo ritmo que Navarra, la tasa media anual de crecimiento del PIB de España habría pasado del 1,3% al 2,3% entre el año 2000 y el 2014. Siendo todo lo demás constante, ese comportamiento de la productividad hubiera permitido alcanzar, como ya se ha apuntado, un PIB per cápita un 14,74% más elevado.
El informe subraya que España necesita aprovechar más eficientemente los recursos humanos que utiliza, pero también los capitales acumulados. Ambos son requisitos para consolidar una senda sostenida de crecimiento que conduzca a mayores cotas de desarrollo y bienestar. Son varias las palancas que pueden hacerlo posible: como el aumento del tamaño de las empresas y la mejora en la calidad de su gestión o la selección de las inversiones con criterios de más largo plazo y su orientación hacia activos más productivos como la I+D y las TIC. En las dotaciones de estos tipos de capital, España muestra notables demoras respecto a otras economías avanzadas. También contribuiría a mejorar la eficiencia un entorno institucional que promueva que la rentabilidad de los proyectos dependa más de la productividad y no de otras circunstancias escasamente relacionadas con la eficiencia.