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‘Sumeria y el paradigma moderno’: La Fundación Miró revisa la influencia del arte de la Baja Mesopotamia en el arte del siglo XX
La Fundación Joan Miró presenta ‘Sumeria y el paradigma moderno’, una exposición que investiga la atracción e influencia que las artes de la Baja Mesopotamia ejercieron en algunos de los artistas más destacados del siglo XX. La muestra, patrocinada por la Fundación BBVA y comisariada por Pedro Azara, toma como punto de partida los importantes hallazgos arqueológicos extraídos de los yacimientos del actual sur de Irak durante el período de entreguerras.
10 noviembre, 2017
‘Sumeria y el paradigma moderno’ revisa la estrecha relación entre el conjunto de hallazgos arqueológicos que emergieron durante las primeras décadas del siglo pasado de los yacimientos del actual sur de Irak y la eclosión de los lenguajes artísticos de la modernidad, profundizando en un aspecto específico del fenómeno del primitivismo en la historia del arte occidental.
La Fundación BBVA patrocina este proyecto impulsado por la Fundación Joan Miró, que ha contado con la labor comisarial de Pedro Azara (Bois-Colombes, Francia, 1955), arquitecto, profesor de Estética en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitat Politècnica de Catalunya y experto en cultura antigua. Para Azara, “esta exposición trata de hallar una respuesta a la fascinación moderna por artefactos del Próximo Oriente antiguo, enunciando qué vieron en esos objetos los artistas de la época, por qué se interesaron en ellos, qué esperaban de la interpretación, a través de obras plásticas y escritas, de esas obras del pasado, lejanas y, sin embargo, se diría que encaradas hacia el presente”.
Conocido como arte sumerio, el corpus de hallazgos arqueológicos procedentes del sur de Irak, bajo mandato británico desde la caída del Imperio otomano hasta el final de la Primera Guerra Mundial, se convirtió en el foco de atención para historiadores, antropólogos e intelectuales a partir de finales de los años veinte. Su apreciación de los objetos y materiales que procedían de aquella región fue fundamental para otorgarles el estatus de obras de arte. Paralelamente, los hallazgos influyeron en el desarrollo de un lenguaje característico del arte moderno, como puede observarse en la obra de algunos de los artistas fundamentales del siglo pasado, desde Henry Moore hasta Joan Miró, pasando por Alberto Giacometti, Willi Baumeister o Willem de Kooning. ‘Sumeria y el paradigma moderno’ pone de relieve la conexión que existió entre este importante episodio arqueológico y la historia del arte y el pensamiento del siglo XX hasta el desmantelamiento del sistema colonial posterior a la Segunda Guerra Mundial.
La muestra incluye, principalmente, obras antiguas y modernas, así como documentos que han mediado entre ambas y han permitido a los artistas entrar en contacto con obras mesopotámicas no siempre expuestas en el período de entreguerras. En concreto, la Fundación Joan Miró exhibe un conjunto de casi 200 piezas, entre abundante documentación de diversa índole, muestras arqueológicas mesopotámicas significativas, así como obras modernas de entre finales de los años veinte y principios de los sesenta, de artistas como Willem de Kooning, Alberto Giacometti, Henry Moore, Barbara Hepworth, Joan Miró, Henri Michaux, Juan Batlle Planas, David Smith, Willi Baumeister, Constant Nieuwenhuys o Le Corbusier. La exposición concluye con una muestra testimonial de arte contemporáneo inspirado por la situación actual de la zona, con obras de Francis Alÿs y Anselm Kiefer.
‘Sumeria y el paradigma moderno’ se despliega en cuatro ámbitos temáticos que analizan la recepción, apropiación y reelaboración que los artistas modernos hicieron de aspectos tales como los mitos, la escritura, la composición o la figuración mesopotámicos, e investiga los motivos por los cuales se convirtieron para ellos en modelos éticos y estéticos. Este minucioso análisis central viene precedido por una introducción sobre el descubrimiento y la promoción de Sumeria en Occidente y desemboca en un epílogo sobre la suerte actual de los yacimientos arqueológicos de Irak en el marco de la situación geopolítica de la zona, a través de la lente del arte contemporáneo.
Durante la época de entreguerras, la divulgación académica y mediática de los hallazgos arqueológicos en Siria y en Irak fue en sí misma fuente de inspiración para los artistas modernos, dada la relativa escasez de oportunidades de acceder a la contemplación directa de las obras. ‘Sumeria y el paradigma moderno’ sostiene que la mirada y las obras de estos artistas fueron a menudo el resultado de la interpretación de todos aquellos documentos, subrayando la importancia de esta mediación. Catálogos, revistas, libros, postales, fotografías, carteles y otros soportes exhaustivamente representados en la primera sala de la exposición y a lo largo de la muestra expandieron la presencia de las obras mesopotámicas antiguas en el imaginario colectivo de la época y abonaron el enorme interés de los artistas de las vanguardias, ávidos de encontrar nuevos referentes más allá del marco clásico. Para Azara, dichas obras “parecían proporcionar respuestas válidas a preguntas planteadas en la primera mitad del siglo XX pertinentes todavía en la actualidad”.
Concretamente, en su segundo ámbito, la exposición aborda la influencia de los mitos y epopeyas de la Baja Mesopotamia, una iconografía nueva a finales del siglo XIX convertida en motivo recurrente en Occidente hasta la actualidad. La traducción de textos mesopotámicos y la difusión de mitos como la bíblica torre de Babel o el Poema de Gilgamesh —narración épica en verso de la historia del rey de Uruk— divulgaron un imaginario sobre la condición humana que interesó a los artistas representados en este espacio, como puede verse, por ejemplo, en la obra del pintor alemán Willi Baumeister. Por su parte, el mito de la torre de Babel, actualizado con el descubrimiento de los fundamentos del zigurat de Babilonia a principios del siglo XX, influyó en las utopías pictóricas del artista holandés Constant Nieuwenhuys e incluso en la arquitectura monumental moderna de Le Corbusier, tal y como puede apreciarse en este ámbito.
A continuación, la tercera sección de la muestra se centra en la escritura cuneiforme, muy valorada primero por los museos arqueológicos occidentales y posteriormente por los artistas del momento. A finales de los años veinte, artistas como Henri Michaux y Batlle Planas se fijaron en la grafía de los signos cuneiformes —que no leían— para componer una escritura personal, representada en este espacio, que pretendía reflejar, sin mediación alguna, la esencia de las cosas.
La herencia del sistema compositivo sumerio en el arte hasta nuestros días ocupa la cuarta sección de la muestra, estrechamente vinculada con la anterior y, por ello, presentada en la misma sala. Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, el escultor David Smith descubrió en Atenas un tipo de objeto que desconocía: los sellos cilíndricos mesopotámicos, que, al rodar sobre una materia blanda, imprimían tantas veces como se quisiera las escenas grabadas en negativo en su superficie. Las composiciones resultantes dependían de cómo se imprimían y ofrecían una imagen libre de las convenciones compositivas clásicas, en las que Smith se basó para la ejecución de unos medallones que denunciaban la violencia de la guerra. Las medallas de David Smith, entre otras obras, se exponen en este ámbito junto con tres sellos cilíndricos sumerios procedentes del Musée du Louvre.
Por las salas sumerias del Louvre se había paseado con mucha frecuencia Joan Miró en busca de un ‘impacto’ visual, tal y como reveló en 1963 el propio artista al historiador Pierre Schneider. Las estatuas del rey neosumerio Gudea, halladas a principios del siglo XX, las efigies de divinidades femeninas y las estatuas votivas de orantes descubiertas en los años treinta en el valle de Diyala, habían cautivado ya años antes a escultores como Henry Moore o Alberto Giacometti. En su quinta sección, la exposición se detiene en los lazos entre la figuración mesopotámica y las obras de estos artistas, y describe cómo la estatuaria sumeria entra a formar parte del imaginario del arte occidental a partir de su divulgación en revistas como ‘Documents’ y ‘Cahiers d’art’ y, muy especialmente, gracias a las fotografías en blanco y negro de Horacio Coppola.
Una importante colección de estas imágenes acompaña en este ámbito a relevantes obras escultóricas sumerias procedentes del Musée du Louvre y el British Museum, tales como la Cabeza de Gudea (c. 2120 a. C.) o un orante de piedra (c. 2500 a. C.), entre otras. Estas piezas arqueológicas se exhiben junto a obras directamente inspiradas en ellas de Miró, Giacometti, Moore, Barbara Hepworth o Willem de Kooning, representado en esta sala con un gran dibujo coloreado de 1952 procedente del Centre Pompidou.
El último ámbito de la exposición lleva por título “Las estatuas también mueren”, en referencia al documental de Alain Resnais y Chris Marker de 1953 sobre el expolio artístico colonial y la relación problemática entre escultura antigua y exhibición. Bajo este epígrafe, la exposición concluye con una muestra testimonial de arte contemporáneo relacionado con la situación de los yacimientos arqueológicos del sur de Irak en el contexto geopolítico actual, con una pintura de 1981 del artista alemán Anselm Kiefer titulada ‘Gilgamesh y Enkidu en el bosque de cedros II’ y ‘Color Matching. Mosul, Iraq’, una proyección de 2016 del artista belga Francis Alÿs.
El proyecto expositivo se completa con un programa de actividades específico y una publicación que incluye: el texto comisarial de Pedro Azara, un texto de Marc Marín sobre el impacto del arte sumerio en la obra de Joan Miró, un artículo de Brigitte Pedde que aborda la influencia del arte del Próximo Oriente antiguo en la trayectoria del pintor alemán Willi Baumeister y un ensayo de Zainab Bahrani que expone los vínculos entre el arte sumerio y el arte de vanguardia.
La muestra se presenta en la Fundación Joan Miró entre el 28 de octubre de 2017 y el 21 de enero de 2018. En ‘Sumeria y el paradigma moderno’, el visitante revivirá el viaje a través de tres milenios que los artistas de las primeras vanguardias emprendieron en busca de las formas y los signos primigenios del arte.