La diabetes mellitus es un síndrome caracterizado por la hiperglucemia (elevación de la glucosa en sangre) secundaria a alteraciones del metabolismo de los hidratos de carbono o azúcares. Se debe a fallos en la secreción de insulina por el páncreas y/o a defectos de sus acciones en los tejidos sobre los que actúa.
La diabetes mellitus tipo 2 es la clase de diabetes más frecuente en el adulto y depende de un complejo mecanismo fisiopatológico multifactorial, cuyos rasgos principales son la deficiente utilización periférica de la glucosa por los tejidos (resistencia a la insulina) y el déficit relativo de producción de insulina por las células beta del páncreas.
La diabetes tipo 2 tiene una elevada prevalencia en todo el mundo. Asimismo, se espera un enorme crecimiento en los próximos años, debido principalmente a la alta incidencia de la obesidad y el sobrepeso.
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en los países occidentales. Consisten esencialmente en la formación de una lesión en la pared arterial (aterosclerosis) que produce un estrechamiento de su luz o del calibre y reduce el flujo sanguíneo hacia órganos vitales, como el corazón y el cerebro, lo que repercute en su actividad normal.
Si la arteria queda completamente obstruida por la formación de un trombo, se produce un accidente vascular (infarto de miocardio) o un accidente cerebrovascular. Los accidentes cardiovasculares se asocian de una manera muy importante a la presencia de diabetes. Además, muchos pacientes diabéticos presentan al mismo tiempo otros factores de riesgo cardiovascular, lo que supone un gran aumento exponencial de padecer enfermedades cardiovasculares.
Llevar un buen control de la glucemia y de los posibles factores de riesgo cardiovascular concomitantes es una medida orientada a prevenir las complicaciones de la diabetes y a disminuir los accidentes cardiovasculares. Ello contribuye no sólo a reducir la incidencia de esta patología metabólica, sino también a que decrezcan sus elevados costes sociosanitarios.