62. Dieta mediterránea y prevención cardiovascular: mito o realidad

Juan Manuel Ruiz Liso y Juan Ruiz García

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Resumen

La dieta mediterránea tradicional se caracteriza por el consumo de alimentos vegetales: pan, pasta, verduras, ensaladas, legumbres, frutas, frutos secos y aceite de oliva como principal fuente de grasa, con un moderado consumo de pescado, aves de corral, caza y ligeras cantidades de vino tinto, ingerido preferentemente durante las comidas.

Esta dieta es pobre en ácidos grasos saturados no cardiosaludables y rica en fibra alimenticia, y tiene un alto contenido de ácidos grasos monoinsaturados (cardiosaludables), que se derivan principalmente del aceite de oliva.

La adopción de este tipo de alimentación y del estilo de vida que la complementa reduce significativamente los factores de riesgo cardiovascular, no sólo en personas asintomáticas, sino también en pacientes que ya han sufrido un problema cardiovascular agudo previo, como un infarto de miocardio, y en diabéticos.

Esta dieta lleva consigo toda una cultura ligada a la actividad física continuada (30 minutos de paseo al día o deportes moderados, incluido el baile), a la comunicación con los demás (para evitar la soledad y la depresión) y a una pequeña siesta de 10 minutos después de comer que rompa las tensiones de la jornada matinal.

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