Antonio López Farré y Carlos Macaya Miguel
La trombosis se puede definir como la aparición de un coágulo dentro del torrente circulatorio o, en términos más científicos, como un trastorno vascular que se presenta cuando se desarrolla un trombo, o masa de sangre coagulada, que bloquea de forma total o parcial el interior de un vaso sanguíneo, ya sea una vena o una arteria. La trombosis puede afectar distintas partes del organismo, si bien las más frecuentes son el corazón, las extremidades y el cerebro.
La célula principal componente de un trombo, aunque no es la única, es la plaqueta. Las plaquetas son pequeñas células que circulan en la sangre y que, al encontrar una fisura en la pared de las arterias, se activan, uniéndose por un lado a la fisura y, por otro, uniéndose entre sí a través de una proteína llamada fibrinógeno. Sobre estas plaquetas unidas se forma una red con otra proteína llamada fibrina, generándose así un trombo.
Las trombosis de las arterias coronarias pueden desencadenar desde la denominada angina de pecho, provocada por un trombo que o bien inmediatamente se disuelve o no llega a ocluir totalmente la luz de las arterias, hasta el infarto de miocardio, producido por una oclusión aguda e irreversible de una arteria coronaria.
El ácido acetilsalicílico (más comínmente conocido como Aspirina®) es el fármaco más utilizado para inhibir la activación de las plaquetas. Una vez que la Aspirina® entra en contacto con la plaqueta, se produce la desactivación de estas células, porque el ácido acetilsalicílico inhibe una enzima llamada ciclooxigenasa-1 (COX-1). Existen también otros mecanismos por los que la Aspirina® inhibe las plaquetas. Uno de los más conocidos es la estimulación de la formación de un gas que generan los neutrófilos (un tipo de leucocito de la sangre) y las células del endotelio (células que recubren los vasos sanguíneos en su interior), ya que este gas, que es el óxido nítrico (NO), es un potente agente antiplaquetario.