La ablación con catéter de taquicardias se basa en la aplicación, mediante un catéter de ablación, de alguna forma de energía que produzca la lesión controlada y localizada de una zona de tejido cardíaco crítico para el comienzo y/o el mantenimiento de una taquicardia, evitando así que ésta pueda volver a producirse.
La energía más frecuentemente utilizada para la ablación con catéter es la radiofrecuencia.
Generalmente la ablación requiere que se realice previamente un estudio electrofisiológico, con el que se llega al diagnóstico definitivo de la taquicardia. Ambos procedimientos comparten muchas fases, de ahí que suelan llevarse a cabo integrados en uno solo.
La eficacia de la ablación varía según el tipo de taquicardia y la experiencia del equipo médico. En manos experimentadas, es una técnica curativa en un alto porcentaje de casos, con una baja incidencia de complicaciones.